Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

miércoles, 23 de diciembre de 2015

Los 3 reyes

El avión presidencial volaba sobre las aguas del Pacífico rumbo al aeropuerto de Loiu, en Bilbao. Andrea, la presidenta, no podía dormir, a pesar de que el asiento que ocupaba estaba reclinado hasta una posición practicamente horizontal. De hecho, llevaba sin dormir desde que recibió aquel mensaje de amistad en facebook. Era de Selene Costas, y en la fotografía de su muro, se veía una preciosa niña de pelo negro, largo con una sonrisa calcada a la suya.
En cuanto vio la foto se echó a llorar, era tal como se había imaginado que sería la hija que durante 6 meses se fue gestando en su vientre, y que aquel desgraciado accidente malogró. Incluso el nombre era el que había elegido para ella.

Le había visto en sueños, como las otras revelaciones divinas que había tenido durante su vida: El niño estaba en brazos de su madre, y estaba llorando.
Al despertar, Amir tuvo la certeza de donde se hallaba. Dejó sus asuntos religiosos en manos de los sumos sacerdotes, y se dirigió hacia allí.

Era ella, estaba completamente seguro: La única mujer que había amado en toda su vida, antes de convertirse en el joven empresario más rico del mundo, tras haber creado la aplicación informática que revolucionó internet.
En el reportaje de televisión que vio David, era una inmigrante ilegal embarazada que había sido rescatada de una patera junto a 38 más. Estaba demacrada, y con la mirada perdida, pero su corazón no tenía la menor duda.

El chófer condujo a Andrea hasta el  centro de acogida de inmigrantes de Bilbao. La presidente, haciendo valer su posición, se entrevistó con el director del lugar.
- Estoy buscando a Selene Costas, según mis informaciones se encuentra internada aquí.
- Si, así es, vino en una patera que interceptaron las fuerzas de seguridad. Estamos investigando su situación, pero en estos momentos se encuentra en el hospital de Cruces.
- ¿Está enferma?
- No, está a punto de dar a luz. Cual será el grado de desesperación de estas personas, que arriesgan sus vidas y las de sus hijos por salir de sus países.
- Si -asintió la presidenta- gracias por la información - le dijo levantándose y dándole la mano.

Andrea, Amir y david se encontraron en una abigarrada sala de urgencias, entre ancianos postrados en camillas, jóvenes contusionados y niños llorando. La enfermera salió de la consulta y llamó a los 3. Les condujo hasta una habitación de hospital situada en el 2º piso. Era antigua, pero estaba limpia y bien iluminada.
- Aquí está - les dijo la enfermera - no pueden estar mucho tiempo, está agotada.
En la habitación había una mujer de unos 36 años con un niño en brazos al que acababa de dar a luz. A su lado, un hombre moreno le daba la mano mirándole con ternura. Los 3 se quedaron mirando al niño, y supieron porque estaban allí.
Eran las 12 y 20 minutos del 24 de diciembre.

viernes, 11 de diciembre de 2015

El circo

¡Y llegó el gran día!, durante toda la semana, un coche con un gran altavoz en el techo, había recorrido la ciudad anunciando la llegada ¡del único, el auténtico, El gran circo italiano! Desde que vi los grandes cartelones anunciándolo por todas partes, tuve una extraña sensación, como si me vigilaran.
Rubén y María, mis hijos, compraron grandes bolsas de palomitas con caramelo, y fuimos a la explanada donde habían plantado el circo. En la taquilla, una mujer de nacionalidad indefinida, me pidió 1 euro con aire ausente. Me sorprendió, porque las entradas costaban 14 euros, y yo le di 20; no tenía ningún sentido que me pidiera 1 euro. Estuve una temporada trabajando de cajero en un supermercado, y estas cosas se quedan. De todas formas, le di el euro, y empezó a preguntarme que si eran 2 entradas de adulto o 2 de niño, o al revés,..............., todo ello con el mismo aire ausente, como si no fuera con ella. Al final me cobró 1 euro de más. Al salir de la cola, escuché como de nuevo pedía 1 euro, al siguiente ingenuo.
Era un circo pequeño, no habría más de 7 u 8 artistas, que tanto picaban las entradas en la puerta, como vendían algodón de azúcar en el descanso, o se disfrazaban de spiderman para subirse a un trapecio. Desde luego no era como aquellos magníficos circos de 2 o 3 pistas que recordaba de mi niñez, con leones, elefantes, caballos montados por preciosas coristas, una gran orquesta,.........
Los tiempos han cambiado, pero su espíritu de picaresca y supervivencia, parece que no.
Las actuaciones sucedían a buen ritmo y con profesionalidad, manteniendo la atención del escaso centenar de personas que asistíamos a la función. Eran los números de siempre, pero puestos al día: Rayos láser, superhéroes, música rap,..........
Los niños lo pasaban en grande, mientras los adultos pasábamos el tiempo, móvil en mano.
Yo seguía inquieto, mirando hacia la parte más alta, donde la lona en forma de cono ejercía una extraña fascinación en mi.
A los 3/4 de hora de espectáculo, se produjo el descanso, para vender las varitas iluminadas a 3 euros, y algodón de azúcar. Las gradas se convirtieron en un calidoscópico río de luces en movimiento.
Terminó la función, los niños se fotografiaban con los payasos y jugaban entre ellos, los padres, aburridos, les metían prisa para llegar cuanto antes a casa.
El circo continuaría su función en la próxima ciudad; los niños seguirían jugando; los padres se levantarían de nuevo temprano para ir a sus trabajos.
Levanté la cabeza, y miré hacia arriba: Vi un gran agujero negro en el cielo; antes de convertirme en estatua de sal.

sábado, 5 de diciembre de 2015

La vida sigue

El anciano miraba el capullo con absoluto detenimiento. Se encontraba sentado en una silla plegable, y apoyaba un paraguas abierto sobre su hombro, a modo de sombrilla. A la tarde volví a pasar por allí, se había puesto a llover, pero el anciano seguía allí, con los ojos clavados en el capullo de rosa.
De noche, me encontraba en mi cama, dando vueltas, sin poder dormir, cuando me vino a la cabeza la imagen del anciano. Tuve un impulso irracional, me vestí, y fui al parque:¡Ahí estaba!, con un casco de minero en la cabeza, y la luz alumbrando el capullo. Estuve más de dos horas observándole desde un banco próximo, hasta que me quedé dormido.
Cuando desperté ya había amanecido. "Tendría que estar en la oficina", pensé, pero no me importó lo más mínimo, tenía la sensación de que no debía moverme de allí, algo trascendental iba a suceder en cualquier momento. Me acerqué al anciano, y miré el capullo con total atención, tal como lo hacía él. Entonces sucedió, vi como el capullo se abría, convirtiéndose en rosa, ante nuestros atónitos ojos. El anciano, con lágrimas surcando sus mejillas, me miró: "¡Es cierto!" - dijo - "¡la vida sigue!"

viernes, 6 de noviembre de 2015

Metamorfosis

A medida que avanzaba, se encendía una luz delante de ella. Estaba desnuda, se encontraba en un túnel, o eso le parecía por la forma ovalada de la estructura. Aunque ésta no parecía sólida, sino más bien un holograma. Escuchó un murmullo, y se detuvo. Se encontró en la más absoluta oscuridad. El murmullo se acercaba, provenía de varios sitios por delante de ella. Avanzó lentamente, la luz volvió, y vio drones del tamaño de un puño, que se dirigían hacia ella. Giraban sobre si mismos a gran velocidad, y de sus lados sobresalían afiladas cuchillas. Se paró. Escuchó el murmullo de sus pequeños motores al lado de su cabeza, merodeando alrededor de ella. Se quedó muy quieta, en la oscuridad, su corazón palpitando en los oídos. Al rato los drones se alejaron. Ella siguió avanzando. Escuchó el sonido de una campana, y el paisaje cambió.

Se encontró en una selva. La sofocante humedad que le envolvía consumió en un momento todas sus energías, dejándola exhausta. Su piel empezó a cambiar, convirtiéndose en escamas verdes que cubrieron su cuerpo. Su temperatura bajó, volviendo a su equilibrio natural, y se adentró en la selva con agilidad. Los monos aullaban en las copas de los árboles, de donde colgaban lianas, las serpientes siseaban entre el barro, exóticos cantos y algún rugido, se escuchaban constantemente entre el zumbido de insectos. Sin embargo, ella no veía nada. Hasta que sintió un aliento caliente en su cara: Un enorme tigre rugía a unos centímetros de su rostro. Acarició su cabeza y su lomo, sintiendo como los poderosos músculos de la bestia se relajaban. El tigre le lamió la cara, y se alejó con su portentosa majestad. Volvió a escuchar el sonido de una campana, y el paisaje cambió.

Estaba en un desierto de hielo, la temperatura estaba muy por debajo de 0 grados, ráfagas de viento helado azotaban su cuerpo. Su piel cambió, volviéndose negra para absorber todo el calor del sol.A su alrededor creció una abundante mata de pelos transparentes con aspecto blanco, por las burbujas de aire que se formaban en su interior, y debajo de la piel, creció una gruesa capa de grasa.Observó el desolado paisaje; le embargó una terrible sensación de soledad y abandono, no podía imaginarse un medio más hostil. Empezó a andar a paso rápido, solo por equilibrar la pérdida de calor. Anduvo durante horas, hasta que el hambre, la sed y el cansancio, consumieron toda su energía. el desolado paisaje se extendía sin fin hasta donde alcanzaba la vista.Se tumbó en el hielo, cerró los ojos, y dejó que se escaparan sus últimas fuerzas.Sonó la campana.

Escuchó un crujido debajo de ella, el hielo se quebró y su cuerpo se sumergió en agua helada. A medida que descendía, el agua se calentaba, y el pelo y la grasa que le envolvían, se convirtieron en escamas. Sus pies y manos se transformaron en aletas, y en su cuello aparecieron branquias. Nadó entre campos de medusas y bancos de atún, que formaban fabulosos mosaicos vivientes, asustados por su presencia. No la vio, apareció por detrás, y su enorme boca se la tragó. Era una ballena blanca. Consiguió esquivar sus dientes, y cayó sobre una superficie blanda rodeada de toda clase de restos podridos. Entre ellos encontró una barra de metal, cuya rotura había improvisado un filo. La cogió y apuñaló con rabia a la bestia. Cuando la herida fue lo suficientemente grande, se abrió paso entre la carne desgarrada y  hasta el agua. Agotada, se dejó llevar por la corriente.

Despertó en una playa, el sol calentaba su piel, y la brisa soplaba cálida en sus mejillas. Caminó entre prados coloreados por amapolas y dientes de león, y bosques de robles, donde escapaban asustados los cervatillos. Escuchó un rumor lejano, y se dirigió hacia él. Se encontró un lago alimentado por una cascada, que desprendía arcos iris en su caída. Se bañó, y se tumbó sobre la hierba para tomar el sol. Se quedó dormida. Al despertar, la serpiente estaba enroscada en su vientre. De un manotazo se la quitó de encima, pero la serpiente, sintiéndose atacada, se revolvió, mordiéndole en el tobillo. El veneno entró por los dos orificios hasta la corriente sanguínea, que lo llevó por todo su cuerpo bombeado por el corazón. Supo que era mortal. Entre temblores, nauseas, y un insondable terror, dejó que se le escapara la vida. Escuchó la campana.

Se encontraba de nuevo en el túnel, al final había una luz........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................

viernes, 16 de octubre de 2015

Normalidad

La niña, con movimientos desgarbados, corrió hacia la puerta, y lamió el cristal, con las palmas de las manos pegadas a él. La madre le agarró por el brazo y se la llevó de nuevo al banco de la oficina, donde esperaba a que le tocase el turno para hacer unos papeleos. La niña empezó a dar pequeños gritos, que iban subiendo de intensidad, y cuando la madre se descuidaba, salía de nuevo hacia la puerta, o se subía al respaldo del banco.
- ¡Maite, pórtate bien! -  le regañaba su madre.
El vigilante, con gesto severo, seguía las correrías de la niña; Marta, la madre, le miraba disculpándose con una afligida sonrisa.
Una funcionaria, llevó a la niña una hoja y un rotulador, para que pintara. Maite, apoyando la hoja en el banco, pintaba de rodillas; agarraba el rotulador con el puño cerrado, y lo restregaba sobre el papel como queriendo hacerle daño.
- ¡Qué pena! - comentaban 2 mujeres al ver a la niña. Los rasgos mongoloides de su cara contrastaban fuertemente con el angelical rostro de la princesa que llevaba en la sudadera.
Otra niña, se acercó a Maite, y le dio la muñeca que llevaba para que jugaran con ella. Maite, sin mirarla, la tiró lejos y salió corriendo. La niña se puso a llorar.
- ¡Mira lo que has hecho! - le recriminó Marta tirando de su brazo. Mientras, la niña corría a brazos de su madre.
- Tranquila, no pasa nada - le dijo ésta al ver el gesto de preocupación de Marta.

Maite no entendía nada, ella sólo quería sentir en su boca el frescor de aquel diamante transparente que se elevaba majestuoso hasta el cielo, y escalar aquellas montañas de madera que se extendían ondulantes sobre pulidos campos de luz.

sábado, 3 de octubre de 2015

Fururo perfecto

Anochecía, y los zombies empezaban a salir de sus cubiles en busca de alimento. El niño recorría la aparentemente abandonada ciudad, en busca de un sitio donde colocar la bomba. Pensó que el metro sería el lugar idóneo, ya que la onda expansiva destruiría los cimientos de los rascacielos; pero también era el lugar idóneo para los "nidos", donde los zombies se escondían durante el día de la luz del sol.
Se refugió en un teatro abandonado, bajo la luz de unos focos que todavía iluminaban el escenario. Esperó hasta que llegó la madrugada, y armado de una linterna, salió a la calle. No tardó en verse rodeado de zombies. Se abrió paso entre ellos, que huían y gritaban cada vez que la luz de la linterna les daba de pleno en los ojos. Bajó la escalera del metro, hasta el piso más bajo, y adhirió el pequeño óvalo nacarado en la pared, sobre un deteriorado graffiti.

El sol artificial mantenía a los ciber-habitantes de la ciudad a una temperatura idónea, que oscilaba entre los 20 y los 22 grados. Preguntó a la primera persona que vio por el lugar donde se encontraba "La Máquina". Sabía que no levantaría sospechas, ya que , como todos los niños, su mente no estaba preparada para conectarse con "La Gran Mente". Se subió  al transporte público, que flotaba unos centímetros por encima del suelo, sin emitir ningún tipo de ruido ni residuo, y fue hasta el edificio donde le indicaron que estaba "La Máquina". Su forma era la de una gran bala plateada, donde se reflejaba el cielo sin nubes. Entró en el edificio, y colocó la bomba en el tiesto de un ficus que decoraba el vestíbulo. Los mil sensores y cámaras que registraban cada imagen y onda que surcaba la ciudad,  no la detectaría hasta que no se conectara, y ya sería demasiado tarde.

Subido a su nave espacial, el niño manipulaba los mandos del aparato con una de sus manos. La nave traspasaba la violenta tormenta de hielo sin apenas desviarse de su trayectoria. Los vientos helados que durante 40 años arrasaban aquella parte del planeta con ráfagas de 400 kilómetros por hora, habían hecho descender las temperaturas por debajo de los 60 grados centígrados, aniquilando cualquier forma de vida en su superficie. Los pocos supervivientes que quedan, tuvieron que volver a las entrañas de la madre tierra, para infra-vivir allí, hasta que su fuego se apague para siempre.
Llegó hasta la altura del volcán, y el brazo mecánico de la nave dejó caer la bomba sobre el cráter helado.

Las naves destruían los edificios con su rayos, para hacer salir a la gente. Entonces, las enormes máquina de tentáculos pegajosos los atrapaban y se los llevaban por el aire hasta las jaulas.
El niño se dejó atrapar por uno de aquellos tentáculos pegajosos, y fue llevado a las jaulas,con el resto de los humanos atrapados, hasta la nave nodriza.
Utilizando su neutralizador mental, el niño hizo que el guardián alienígena que le custodiaba, le llevara hasta la sala de máquinas, donde se encontraba el reactor nuclear. Allí fue donde colocó la bomba.

Los impresionantes muros de metal electrificado hacían infranqueable la ciudad. Detrás, los sensores explosivos, y las patrullas de soldados, protegían a la afortunada élite que vivía en un idílico paraíso, construido para ella, con las más avanzadas tecnologías.
Fuera, enormes y obsoletas fábricas, oscurecían el aire con humos tóxicos, y ensuciaban los ríos y mares con productos químicos. Alrededor de ellas, míseras chabolas donde se hacinaban las familias de los obreros, que trabajaban 12 horas al día en condiciones infrahumanas.
El niño atravesó los controles enseñando el salvoconducto. Recorrió  las impolutas calles de la ciudad, entre enormes villas con piscinas azuladas, donde hombres obesos y chicas  en bikini, se tostaban en sus hamacas, mientras los sirvientes les ofrecían cócteles y aperitivos.
Llegó hasta el centro de la ciudad, donde un frondoso parque ejercía de pulmón natural. Escogió una gran secuoya, en cuyo viejo tronco se abría una grieta, para colocar el último óvalo nacarado.

El niño observó la tierra; flotando en el espacio, azul, hermosa, perfecta,...........sola.
Sonrió,............ y apretó el botón.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Sueños son caminos (7)

El sonido del móvil le despertó.
- ¿Si?
- ¿Qué tal te sienta el aire londinense?
- Hombre comisario, me acaba de sacar de un dulce sueño.
- ¡Vaya, lo siento!, no me había dado cuenta de la diferencia horaria.
- No se preocupe, ayer me acosté tarde.
- ¿Cómo va la investigación?
- Estoy siguiendo una pista; las fechas de los asesinatos de los Winterson, y el hijo de los Charter, coinciden con la celebración de las pruebas del mundial de tiro.
- ¡ Buen trabajo!
- He quedado con Philipo Korda, el campeón actual de tiro.
- ¿Como a contactado con él?
- Más bien fue él quien contactó conmigo.
- Vaya.........Mantenme informado.
- Si comisario.



Extendió el brazo, y disparó 4 veces. 2 de los perdigones acertaron en el círculo anterior a la diana.
- Buenos tiros inspectora - le dijo Philipo - es una gran tiradora.
- Fui la 3ª de mi promoción.
- Con un poca más de concentración habría sido la 1ª.
- No lo creo, no tengo su don.
- No es un don, cualquiera puede conseguirlo con disciplina y trabajo.
- Pues lo tengo muy complicado, la disciplina no es una de mis aptitudes.
- Se infravalora.
Philipo se puso los cascos, y con absoluta calma, extendió el brazo y disparó 3 veces; Sólo se distinguía un agujero en el centro de la diana.
- ¡Impresionante!
- Como ya le he dicho es sólo una cuestión de trabajo y disciplina. Bueno, vayamos a tomar algo, creo que tiene algunas preguntas que hacerme.
Se sentaron en la terraza del bar del club de tiro, y pidieron unos bermouths, que bebieron agradeciendo las ráfagas de aire fresco que provenía del mar; las últimas lluvias habían provocado junto a las altas temperaturas, un ambiente bochornoso.
- Se está bien aquí - dijo Marisa recostándose en la silla.
- No hay nada mejor que una buena conversación después de practicar un poco, oxigena la mente, sobre todo si la compañía es la adecuada.
Marisa observaba fascinada el perfecto control de cada movimiento de Philipo, como parecía que todo lo que le rodeaba se plegaba a su voluntad, incluso ella.
- ¿Recuerda la muerte de los Winterson?
- Si, coincidieron con la celebración de una de las pruebas del mundial de tiro en Edinburgo.
- Sospechamos que no fue de muerte natural.
- ¿Asesinato?, ¿Y sospechan de un tirador?
- Tenemos que investigar todas las hipótesis.
- Pero murieron de un ataque cardíaco, no de un tiro entre los ojos.
- Hubiera sido demasiado evidente, ¿No cree?
- ¿Y el móvil?
- En eso puede ayudarme, seguro que hay una buena relación entre los tiradores profesionales.
- No crea, el alma humana es mezquina.
De pronto sonó un móvil.
- Perdone - dijo Philipo. Sacó el móvil de su bolsillo, y levantándose, se alejó unos pasos.
- ¿Todavía no está muerta? - escuchó philipo nada más apretar el botón de llamada.
- Tengo que averiguar lo que sabe.
- ¡Sabe demasiado!, si no acabas con ella acabaremos nosotros contigo.
El interlocutor de Pilipo cortó la llamada sin esperar respuesta. El tirador, mantuvo un rato el teléfono en su oído antes de guardárselo en el bolsillo. Luego volvió a la terraza.
- Perdone, era un tema importante. ¿Donde estábamos?
- Si, bueno, ¿Participó en las pruebas que se hizo en Las Vegas?
- Claro, recuerdo que allí tuve el fallo que acabó con mi propio record de aciertos consecutivos. Los tiradores profesionales somos como una gran familia, ¿sabe?, los campeonatos son como las cenas de pascua.
Mientras hablaban, una parte de la mente de Philipo se concentraba en el corazón de Marisa. Esta, sintió una opresión en el pecho.
- ¿Conocía a Angus Charter?
- No, ¿porqué?, ¿murió también de un ataque al corazón?
- Si, y da la casualidad de que pertenece a una importante familia, como los Winterson.
Marisa empezaba a marearse.
- Vaya, se pone interesante el asunto. Parece una especie de conspiración.
Ella, se llevó la mano al pecho, le costaba respirar.
- No sospechará de mi inspectora.
- No, no,...........
- ¿Le sucede algo?
En esos momentos, sólo se encontraban allí el corazón de Marisa y la voluntad de Philipo, no había nada más, pero una duda la quebró; la emoción más poderosa que jamás hubo conocido, la barrió como una pluma. Se levantó tirando la mesa al suelo, y sacó su Smith Wesson que llevaba siempre encima. Apuntó a Marisa entre los ojos, y se oyó un disparo; Philipò cayó al suelo con una bala en el pecho.
- ¡Marisa, estás bien! - El comisario Smith corrió hacia ella.
- Si, si........
- ¡La ambulancia, rápido!
Varios agentes de las fuerzas especiales del FBI con chalecos antibalas y rifles les rodearon. El comisario le hizo un gesto con la mano al francotirador que desde el tejado había disparado la bala que había acabado con la vida de Philipo.



Marisa se encontraba en la cama del hospital. Entonces entró en comisario Smith.
- ¡A salido todo a la perfección!, ¡enhorabuena! - le dijo agarrándole la mano.
- ¡Suelta, perro seboso!
- ¿Qué te sucede?
- ¿Lo preguntas?, ¡Te crees que soy tonta o que!, ¡me habéis utilizado como un simple cebo!, ¡no he sido más que un señuelo!
- Bueno,.......las órdenes venían de muy arriba..............
Marisa cogió la placa de inspectora que tenía encima de la mesilla.
- ¡pues sabes lo que te digo!, ¡métetela por donde te quepa! - le dijo a Smith arrojándosela a la cara.



Smith se recostó satisfecho en la butaca de cuero de la biblioteca. Entonces entró Adrián.
- Ha hecho un buen trabajo comisario. Pero no hay que bajar la guardia.
- Si señor.
- Es un momento muy delicado, y habrá que tomar las medidas oportunas para que no vuelva a suceder algo parecido.
- Por supuesto señor, lo haremos.
- Por cierto, vaya preparándose para su nuevo puesto de capitán.
Una sonrisa cruzó el rostro del comisario.



Tensó la cuerda del arco; en ese momento sólo estaba la flecha, el blanco, y la voluntad de acertar. La flecha surcó el aire y dio en el centro de la diana, no podía ser de otra manera. Marisa sonrió satisfecha.


viernes, 4 de septiembre de 2015

Sueños son caminos (6)

Marisa bajó agobiada la tapa del ordenador portátil; se encontraba en el bar del hotel, ante la imposibilidad de conciliar el sueño. Acostumbrada a 8 horas seguidas de trabajo administrativo diario, las 24 horas de jornada continua que suponía e trabajo de inspector le suponía un gran esfuerzo, ante la imposibilidad de desconectar de la investigación por unos minutos.
- Buenas noches inspectora.
Marisa se sobresaltó al ver al desconocido que le hablaba.
- ¿Me conoce?
- No he tenido el gusto.
- Entonces como sabe que soy inspectora.
.- Vi su placa cuando pagó su copa. ¿Quiere otra?
- No me vendría mal.
- Marisa observó al apuesto desconocido mientras pedía las copas; desprendía una seguridad que helaba las venas.
- ¿Cree en el destino inspectora?
- Si, porqué no, la vida es demasiado compleja como para hacerse cargo de ella.
- ¿Y donde queda la voluntad del ser humano?, ¿su libertad?
- ¿A donde quiere llegar?
- ¿Es casualidad que un tirador profesional como yo se encuentre en el mismo bar de un hotel con una inspectora de policía que está investigando un caso relacionado con el mundo del tiro?
- ¿Es usted mago?
- No, simplemente observador; vi como consultaba información sobre los últimos campeonatos mundiales de tiro en el ordenador.
- Su cara me resulta familiar.
- Seguramente, soy Philipo Korda, actual campeón mundial de tiro en todas las modalidades.
- Eso explica su excelente vista.
- Gracias, es mi trabajo; y mi pasión. Salud -  dijo levantando la copa.
- Salud.
Chocaron sus copas, y bebieron sin dejar de mirarse a los ojos.
- Vengo siempre que puedo a este bar para escuchar al pianista - dijo el tirador - escuche.
Desde que había entrado en el bar, Marisa no se había percatado de que las delicadas notas que arropaban las risas y conversaciones de los clientes, provenían de las manos de un pianista que tocaba un piano de cola al lado de la máquina de tabaco.
- ¡Es un verdadero genio!, toca cada nota como si fuera la primera vez que la tocara, sorprendiéndose con su sonido, rectificando cada nota para conseguir la melodía perfecta, que nunca acaba de llegar.
Marisa escuchó la frágil melodía que parecía deconstruirse en cada nota de un estandar de Thelonius Monk, tal como la habría tocado el maestro.
- Es raro que le guste una melodía tan indefinida a un amante de la precisión como usted.
- Hay cierto orden en  la imperfección, es como usted........me produce una extraña y atrayente fascinación.
- No se si tomarlo como un cumplido.
- Lo es.
El pianista terminó la canción ante los tímidos aplausos de Philipo y Marisa, que parecían los únicos que le escuchaban.
- Debería volver a mi habitación para dormir un poco - dijo Marisa.
- ¿Y su investigación?, yo podría serle de gran ayuda.
-  Si, pero estoy agotada, ¿Que le parece si quedamos mañana?
- De acuerdo.

Quedaron en el club de tiro de Philipo, sin sospechar Marisa que tenía una cita con el asesino que buscaba.

jueves, 27 de agosto de 2015

Sueños son caminos (5)

Cuando sonó el timbre de la puerta de su casa, Philipo estaba limpiando su Smith Wesson modelo 910 de doble acción, su preferida, con la que había logrado 5 campeonatos. Introducía la varilla con un trapo empapado en disolvente por la boca del cañón para limpiar su parte interna, llamada ánima; no es un buen nombre para el interior de un instrumento pensado para quitar la vida.
- Pasa le dijo a Constantine, que se mostraba nervioso. Se abrazaron y se dirigieron a la cocina.
- ¿Quieres tomar algo?
- Cerveza.
Sacó una lata del frigorífico, y cogió de nuevo su pistola que tenía encima de la mesa, para seguir limpiándola.
- ¿Tienes que hacer eso mientras hablamos?, me ponen nervioso las armas.
- Es un mecanismo perfecto, sólo hay que mantenerla en buen estado para que funcione implacablemente, es como la mente.
Philipo limpiaba ahora la recámara de la pistola con lubricante, poniendo más nervioso a Constantine, por la pleistesía que mostraba en su mirada.
- ¿Qué te preocupa? - le dijo sin mirarle.
- El último tipo que te cargaste era del FBI, y ahora tenemos a los putos yankees comiéndonos el culo.
- Estaba previsto.
Constantine se levantó de la silla.
- ¡Estamos llegando demasiado lejos!, ¿Porqué tantas muertes?
Philipo dejó la pistola encima de la mesa y le miró fijamente.
- ¿Acaso dudas?, una mente que duda se vuelve débil, y pierde la fe.
- No..........no es eso..........
- ¿Entonces?
Philipo se levantó, sin dejar de mirarle.
- ¡No, no lo hagas, por fa............!
El rumano cayó fulminado sin terminar la frase.

Sueños son caminos (4)

Conducía completamente concentrada, en tensión. Eran muchas las incertidumbres: Carreteras desconocidas, un vehículo alquilado, conducir por la izquierda,..... El GPS le indicaba el lugar  al que quería ir; la casa de Robert Gómes, un exitoso escritor portugués de cuentos para niños. Su nombre aparecía subrayado en las notas que encontraron en el cadáver de Jhonson.
Una pista de cemento particular, llevaba entre un bosque de robles hasta  una coqueta casa de madera tipo canadiense, rodeada de huertos y jardines. En el porche, un hombre con gafas, vestido con bermudas y una amplia camisa de flores, escribía en un ordenador portátil.
Marisa dejó el coche delante del porche y se le acercó.
- Hola buenos días, le dijo ofreciéndole la mano.
- Hola, debes de ser Marisa, la inspectora - le dio la mano sonriente - Yo soy Róbert, siéntate.
Marisa se sentó.
- Te voy a traer algo para beber, relájate.
Róbert se fue, y entonces, Marisa fue consciente del agarrotamiento de su cuerpo. Miró a su alrededor, y por primera vez desde que se bajó del avión, se relajó, como si aquel lugar fuera una "toma de tierra" que descargó su tensión.
- Te he preparado un zumo de pomelo - dijo Robert, que se acercaba con 2 vasos largos en las manos. -los cultiva mi mujer. Este año has salido especialmente dulces, por el tiempo cálido.
- Gracias.
Degustó el zumo, que en verdad estaba dulce, con un pequeño toque de acidez, que lo hacía refrescante.
Se escuchaba el paso de un arroyo próximo, e itinerantes ráfagas de aire, movían las hojas de los árboles.
- Se está bien aquí - dijo Marisa.
- Si, es un buen lugar para escribir.
Tras unos instantes en el que el silencio se adhería perfectamente al momento, Marisa le contó el motivo de su visita.
- No tengo ni idea porqué mi nombre aparecía subrayado en las notas de un agente asesinado. Quizás quería comprar algún libro mío para sus hijos.
- Puede ser, pero tenemos que investigar cualquier pista, por insignificante que parezca.
- Claro.
- ¿Conocías a Kevin Winterson, o a Carol Winterson?
- ¡No!, esa gente no se codea con un simple escritor de cuentos para niños.
- ¿Sabes que murieron de la misma manera que nuestro agente?
- ¿Y como fue?
- No debería decírtelo mientras dura la investigación, ya sabes, secreto de sumario; pero murieron de un ataque al corazón.
- ¡Si eran jóvenes!
- Eso es lo extraño.
- Mira, si yo fuera un escritor de novela negra, haría que el asesino tuviera la capacidad de parar el corazón de sus víctimas con el poder de su mente. Sólo me faltaría el móvil.
- ¿Crees que eso es posible?
- Si
- Pues el móvil sería el de acabar con la élite que gobierna el mundo.
Robert sonrió.
-  Es un fin muy loable, aunque sus métodos no lo son. Mira, te voy a contar algo -.Hizo una pausa para beber un poco de zumo - Yo antes trabajaba de vigilante de seguridad, tenía a mi mujer, a mi hija, mi pequeño piso en la ciudad del que pagaba religiosamente mi hipoteca, y de vez en cuando, y cuando tenía algo de tiempo, podía dedicarme a lo que me gustaba. Tenía la vida a la que creía que podía optar, que es lo que tenemos todos. Hasta que llegó ¡el fin del mundo!.
- No hablarás en serio.
- ¡Muy en serio! Fue entonces cuando descubrí lo que realmente quería hacer en la vida; ¡mis sueños!: Mi mujer, mi hija, una casa en el campo, escribir,....Y mira a tu alrededor, es lo que tengo.
- Bueno, has conseguido tus sueños, pero ¿Qué tiene que ver con El fin del mundo?
- Mira, El fin del mundo supuso la capacidad de todo ser humano de realizar sus sueños.
- Siempre han existido personas que han conseguido sus sueños.
- Si, pero ahora sabemos lo que hay que hacer, es una cuestión de fe: "Creer es crear". Si miras en tu interior y te preguntas que es lo que realmente quieres en la vida, enseguida encontrarás la respuesta. El siguiente paso es hacerlo, hacer lo que realmente quieres, porque el destino de todo ser humano es realizar sus sueños.
- Parece sencillo.
- Lo es. El problema es que hay personas con mucho poder que no les interesa que los hombre cumplan sus propios sueños, y crean un sueño común que todos debemos cumplir para ser felices, y para ello utilizan el engaño y el miedo.
Tras unos instantes de silencio, Marisa continuó.
- Es interesante lo que dices, pero ¿Qué tiene que ver con mi investigación?
- Puede ser que la gente que buscas tengan un sueño: La libertar,y ahora han encontrado el poder para conseguirla. ¿Entiendes ahora porqué el 2012 fue realmente El fin del mundo?
Marisa intuyó el nacimiento de un mundo en el que cada persona vivía su propio sueño..........y creyó que era posible, aunque no sin dolor, como todo parto.




domingo, 23 de agosto de 2015

Sueños son caminos (3)

La limusina paró frente a la cámara de seguridad. El chófer se acercó al micrófono, y la verja se abrió. El vehículo atravesó un cuidado jardín y paró ante las escaleras de mármol que llevaban a la entrada de la mansión. El chófer abrió la puerta de la limusina, un señor mayor, vestido con traje de lino gris claro, salió de ella, apoyándose en un bastón de mando plateado.
- ¡Adolfo!, ¡cuanto tiempo!
A pie de la escalera le esperaba otro hombre de aproximadamente la misma edad, vestido con un cómodo traje de franela.
- Si, demasiado tiempo, cada vez nos queda menos.
se abrazaron y se besaron en las mejillas.
- Vamos, estarás cansado del viaje.
- Estoy cada vez más viejo...........
Los dos hombres se dirigieron a la biblioteca.
Adrián, el anfitrión, sirvió dos copas de coñac, y le ofreció una a Adolfo.
- La situación se está complicando - de dijo mientras se sentaban en un cómodo sillón de cuero.
- Bueno, ya hemos pasado por situaciones parecidas, y hemos conseguido llevarlas a nuestro terreno.
- Esta vez es diferente
- ¿En qué sentido?
- Han dado con la clave del asunto, y están dispuestos a acabar con todos nosotros, es una cuestión de tiempo.
- ¿Se están tomando medidas?
- Estamos en ello, pero puede que no sean suficientes esta vez. Tenemos que estar preparados para llevar a cabo el plan maestro, si no hubiera otra alternativa.
Los ojos de Adrián ardían como dos hogueras, que contrastaban con los ojos hundidos en la preocupación de Adolfo.

En Londres Hacía sol, y la temperatura era más que agradable. La majestuosa y moderna metrópoli no parecía afectar en el ánimo de Marisa que como sumida en un sueño, recorría sus calles, unos palmos por encima de la acera. Todo era nuevo para ella, el avión, el taxi, el hotel......, y una emocionante e importante investigación, de la que no sabía si iba a estar a la altura.
Cuando se tumbó en la cama del hotel donde se hospedaba, la realidad de su cuerpo, cansado y agotado por la continua tensión, cayó sobre ella. Aún así, tardo casi una hora en dormirse, ante el barullo de emociones que bullían en su cabeza.

Quedaban dos minutos, y sólo le quedaba un disparo. Philipo, con absoluta tranquilidad, extendió el brazo,   disparó. Fue la 60ª diana consecutiva, que le convertía de nuevo en el mejor tirador de la historia.
- ¿Cómo lo hace? - le preguntó el periodista en la posterior rueda de prensa.
- Cuando voy ha disparar, sólo estoy yo, el blanco, y el deseo de acertar. Es una cuestión de concentración, como todo en la vida.
- Pero en la competición es muy complicado alcanzar ese grado de concentración.
- Disciplina, ése es el secreto, y una dedicación absoluta, como si te iría la vida en ello.
Philipo miró a los periodistas, que seguían fascinados cada palabra.
- Eso es todo, muchas gracias - dijo levantándose y saludando con la mano.

Sueños son caminos (2)

Johnson esperaba al informador en el kiosko del parque. Con las manos en los bolsillos del plumífero, observaba los témpanos de hielo que se habían formado de noche en la canaleta del techo. No soportaba aquel frío, en cuanto acabara la misión iría de nuevo a su apartamento de Miami, allí se encontraba bien. A lo lejos, con paso rápido, vio como se acercaba alguien. Entre el gorro de piel con orejeras y la tupida barba, apenas se le distinguía el rostro. Subió al kiosko y le tendió la mano.
- Perdona el retraso, creo que me siguen. he tenido que dar un rodeo.
- Vamos a otro sitio.
- Creo que les he despistado.
- Tienes la información que buscamos.
- Sí está todo aquí.
Le dijo dándole un USB.
- Bien, la forma de pago será la habitual. Pasa un buen día.
Con el USB en el puño, y la mano en el bolsillo, Johnson se dirigió al coche. En 1 hora tenía que coger el avión que le llevaría de nuevo a Nueva york.
El parque estaba desierto, había empezado a nevar de nuevo. A unos metros delante de él, vio a alguien parado en el camino; estaba muy quieto,y le miraba fijamente. Se pasó el USB a su mano izquierda, y dejó libre la derecha para poder sacar la pistola que llevaba en el costado. De pronto, sintió un dolor en el pecho, el hombre que tenía delante, le miraba a los ojos con gran intensidad. Se le nubló la vista, y cayó de rodillas. Su corazón se había parado, y su rostro besó la nieve del camino.
El hombre registró sus bolsillos, hasta que se percibió del puño cerrado, en el que encontró el USB. Lo cogió, sonrió, y tirándolo al suelo, lo piso con el tacón hasta hacerlo trizas.

A esas horas de la mañana no hacía falta levantar el cuello para ver el sol de frente, y el mar parecía bostezar con cada ola que rompía en la orilla.
- ¡Lur, ven aquí!, ¡al agua no! - le gritaba Marisa a su perro, que cambió la diversión de chapotear en el agua, con la de asustar a las gaviotas que andaban por la arena de la playa. En unas horas se llenaría de turistas y los habituales del bronceado, pero para entonces, ya estaría en las oficinas del FBI, donde trabajaba.
Acababa de sacarse el título de inspectora, y esperaba ansiosa su primer caso. Estaba ya cansada de las labores administrativas en las que llevaba enfrascada más de 4 años; necesitaba un cambio. Y aquella mañana llegó, cuando el comisario le llamó a su despacho.
- Marisa querida ¡estás radiante!
- No seas adulador.
- En serio, el título de inspectora te sienta de miedo.
- Gracias.
- Seguro que estás deseando entrar en acción.
- ¡No sabes como!
La inocente mirada de Marisa chocó de frente con el deseo controlado en los ojos del comisario; ella los bajó, él tragó saliva.
- Pues tengo un caso para tí - dijo el comisario con una paternal sonrisa - se trata del asesinato de uno de nuestros agentes en San Petersburgo. Investigaba a una especia de secta llamada "Nuevo Amanecer", cuyos miembros intentan acabar con la élite que gobierna el mundo. Sólo son unos chalados, pero la extraña muerte de 2 miembros de la familia Winsterson, una de las más influyentes y ricas del Reino Unido, les puso bajo sospecha.
- ¿Como murieron?
- De paro cardíaco, pero eran relativamente jóvenes, y no padecían ninguna deficiencia cardíaca. Casualmente, nuestro agente murió de la misma forma.
- ¡Vaya!, unos chalados peligrosos. Pero porqué el FBI está involucrado en el tema, debería ocuparse Scotland Yard.
- Porque unos meses antes de los presuntos asesinatos, falleció un hijo de los Charter, la familia que tiene el imperio petrolífero tejano.
- De un paro cardíaco.
El comisario movió afirmativamente la cabeza.

viernes, 21 de agosto de 2015

Sueños son caminos (1)

"Faltan 10 minutos para el fin del mundo. ¿Desaparecerá de repente, como si se pulsara un interruptor?, ¿o explotará en 1000 pedazos?"
Dieron las 12 de la noche del 31 de diciembre de 2012. No sucedió nada.Sintió una gran tristeza. No pensaba que iba a ser un final tipo Hollywood, más bien pensaba en algo íntimo que sucedería a cada uno de los seres del planeta, una repentina iluminación espiritual.
"¿Y ahora qué?, nada ha cambiado, ni dentro ni fuera."
Sumido en la depresión, fueron apoderándose de él los fantasmas del inconsciente, hasta poseerle en las profundidades del sueño, su morada.

Sonó el despertador, eran las 5:30. Se levantó de la cama, dejando a su mujer dormida, y se fue a la sala. Tenía sueño, y la cabeza embotada, pero tenía que meditar como todos los días. Se concentró en la respiración y visualizó una esfera de luz en su cabeza, luego en el corazón, y por último en su vientre. Se sintió mejor, pero sabía que no duraría mucho.
"Porqué no puedo sentirme siempre así. Todas las tensiones están en el pensamiento, en el aquí y el ahora no hay problemas. Las cosas se ven distintas sin el pensamiento."
Se duchó, desayuno, fue al trabajo......., un día más, como el resto, porque nada había cambiado en su pensamiento.

Se encontraba en su puesto de vigilante de seguridad, en la oficina, cuando escuchó unos gritos; en una de las mesas un hombre increpaba al funcionario que le atendía. Se acercó nervioso.
- Oye, tranquilízate - le dijo lo más respetuosamente que pudo.
- ¡Tú lárgate de aquí!
Le miró a los ojos, sintió su ira.....pero ésta, pasó, como un soplo de aire.
- Por favor, relájate, así no vas a conseguir nada.
- ¡Y una mierda!, ¡Qué os den!
Dando una patada a la silla, se fue mientras soltaba improperios.
Volvió a su puesto, le temblaba todo el cuerpo, pero sintió que algo importante había sucedido durante el enfrentamiento: Un fuego, un hogar, se encendió en su vientre; "Ya nunca más saldré de aquí."

"Una casa grande rodeada de árboles, yo en el porche escribiendo; ¡escribir!. Mi mujer en el huerto, cultivando, mi hija jugando con el perro en la hierba................esto es lo que realmente quiero"

De nuevo en su puesto de vigilante, cogió un bolígrafo, un cuaderno, y se puso a escribir: En su cabeza sólo estaba la historia, nada más.
Escribía siempre que podía, disfrutaba haciéndolo, y la imagen de la casa en el campo con su familia se repetía en su cabeza con más frecuencia e intensidad.

Sonó el teléfono.
- ¿Si?
- Hola, Robert Gómes.
- Si, soy yo.
- Le llamo de la editorial Bruguera, hemos leído los cuentos que publica en su blog, y estamos muy interesados.
- Vaya, sería genial.
Si le parece, pásese por nuestra oficina y hablamos tranquilamente.
- Si, si, de acuerdo.

"Las estaciones están llenas de gente que no sabe a donde ir,de gente que coge el tren equivocado, y de aquellos que cogen el tren de sus sueños. Pero ¿De donde vienen los trenes?, ¿Como sabes que tren has de coger?, ¿son tuyos tus sueños?"

Una casa grande rodeada de árboles, él en el porche, escribiendo, su mujer cultivando el huerto, su hija jugando con el perro en la hierba; es lo que tenía, no quería nada más, no había nada más.


viernes, 7 de agosto de 2015

Ataque al corazón

Empezó como otras veces: Sentí una gran debilidad en las piernas, y un terrible ardor de estómago. Me senté en un banco, luego llegaron los sudores fríos  la opresión en el pecho. Busqué las pastillas en los bolsillos de los pantalones, pero allí sólo estaban las llaves del coche y la cartera. Recordé que había dejado la chaqueta en el coche, ¡seguro que las dejé en ella!
El dolor era muy intenso, me llevé la mano al pecho, y caí del banco. Un chico que pasaba por allí se acercó.
- ¿Está bien?
- ¡En el coche......las pastillas.....! - conseguí decir, sacando las llaves del coche.
El chico se quedó desconcertado, pero reaccionó rápidamente.
- ¿Qué coche es?
- ¡El rojo....el rojo! - dije señalando hacia una calle próxima. Por suerte había aparcado cerca de allí, y el coche se veía desde donde nos encontrábamos.
- ¡En la chaqueta......la chaqueta! - conseguí balbucear.
El chico corrió hacia el coche.
Se dicen muchas cosas sobre lo que te pasa por la cabeza en momentos como éstos, en los que la vida se convierte en algo tan frágil que se puede romper sin más, y en los que nada puedes hacer para evitarlo. En mi cabeza sólo dos palabras se repetían entre un profundo espanto: ¡Las pastillas, las pastillas!
Como un fantasma entre la niebla, o mejor, como un ángel, el muchacho se acercó con el frasco en la mano, cogió dos pastillas y me las metió en la boca. Las tragué y perdí el conocimiento.

Cuando desperté me encontraba en el hospital. Me dijeron que las pastillas me habían salvado la vida, su efecto antiplaquetario inhibió los trombos de mi sangre.
.En dos días me dieron el alta. Al coger los pantalones para ponérmelos, palpé en uno de los bolsillos, lo que parecía el frasco de las pastillas que me habían salvado la vida, el chico las metería allí después de dármelas. Me puse los pantalones, y volví a palpar el frasco: Nunca me desprendería de él pensé aliviado.

En la etiqueta del frasco se leía lo siguiente: Dulcolax:; alivio instantáneo para el estreñimiento.

viernes, 24 de julio de 2015

El lugar más remoto del mundo

El aparato despegó del helipuerto situado en la proa del barco entre fuertes ráfagas de viento. La maestría del piloto evitó que se estrellara contra  la cabina de mando de la embarcación.
"¡Por Dios, como se le ocurre salir en estas condiciones!" - pensaba Pedro, agarrado fuertemente al asiento situado a la derecha del piloto. Este se mostraba tranquilo, pese a los bruscos cambios de dirección del helicóptero.
- ¡Avspent! (1) - dijo el piloto al ver su expresión.
El helicóptero se elevó para evitar las corrientes de aire, y se dirigió entre la niebla hacia las coordenadas indicadas en el radar: Isla Bouvet, a 1600 km. de la Antártida, y a 2000 km. del Cabo de Buena Esperanza; el lugar más remoto de la tierra. Se trata de una isla de origen volcánico, de 49 km. cuadrados de extensión, con el 90 % de su superficie cubierta por glaciales. El resto, son playas de arena negra donde viven pinguinos, focas, y aves marinas.
El helicóptero descendió, sumiéndose de nuevo en fuertes turbulencias, que hicieron que se tensaran todos los músculos y nervios del cuerpo de Pedro. Paralizado por el miedo, percibía el temblor del aparato, resistiendo a penas las sacudidas del viento. El piloto se encontraba completamente concentrado, manteniendo el rumbo hacia una masa blanca que se distinguía más adelante. De allí, provenía un murmullo sordo que iba aumentando a medida de que se acercaban, igual que aumentaba el estado de ansiedad de Pedro. Grandes masas de hielo caían constantemente desde lo alto  de los acantilados que rodeaban la isla, provocando aquel ruido como de timbales anunciando el climax de una sinfonía al que no se acaba de llegar.
- ¡Is beautiful! (2) - Dijo el piloto esta vez en inglés.
El helicóptero aterrizó en "La Meseta de Guillermo", el cráter de un volcán inactivo cubierto de hielo, que ocupa el centro de la isla.
- ¡Lykke til! (3) - Le dijo el piloto levantando el pulgar.
Pedro, embutido en varias capas de neopreno, que cubrían el 98% de la superficie de su cuerpo, cogió la mochila y bajó del helicóptero. Este, vapuleado por el viento, se alejaba mientras el piloto le saludaba con la mano.
Apenas podía mantenerse en pie entre las heladas ráfagas de viento de más de 100 km/h.
"El infierno" - pensó - "donde debo estar".
Intentó montar la pequeña tienda de campaña que llevaba en la mochila, pero el viento acabó arrastrándola antes de que pudiera anclarla al hielo, junto a la mochila, con los víveres y demás utensilios. No le dio mayor importancia; se sentó en el suelo con las piernas cruzadas, y cerró los ojos: La imagen seguía allí, el rostro de Clara, con los ojos abiertos, el hilillo rojo de sangre saliendo de la comisura de sus labios, su cuerpo atrapado por el amasijo de hierros en el que se había convertido el Audi; y él, junto a ella, atrapado también, extendiendo su brazo para intentar tocarla, gritando, durante 10 interminables horas, hasta que llegó la ambulancia.............
Respiró hondo, y se concentró en la respiración; la imagen cambió: Vio la puerta de su casa, la abrió, se dirigió a la sala, allí estaba Clara, con el camisón verde, esperándole;
- Hola - Le dijo sonriendo al verle.

A los tres días volvió el helicóptero para recoger a Pedro, tal como habían acordado. El piloto encontró su cuerpo helado, con las piernas cruzadas, semienterrado por la nieve, con una sonrisa en los labios.

(1) Tranquilo en noruego.
(2) Hermoso en inglés.
(3) Suerte en noruego.

viernes, 26 de junio de 2015

El hombre que soñaba ballenas

"Movió sus aletas como si volara; de arriba a abajo, y de abajo a arriba, desplazando grandes cantidades de agua, hasta que los  orificios de su nariz afloraron a la superficie. Llenó los pulmones de aire, y volvió a sumergirse: embrujada el agua en su presencia, convertida en oro."
Emergió del sueño, y respiro el aire rancio de la habitación.

Mario Zabala, artesano. Eso ponía en la tarjeta que le tendió al hombre. En la otra cara, el dibujo de una especia de corazón saliendo de entre unas montañas, como si fuera un amanecer, aunque más que un corazón, parecía la cola de una ballena.
- "Biotxa berri"- leyó el hombre - ¿qué significa?
- Corazón nuevo.
- No veo ningún número de contacto.
- No tengo teléfono.
- ¿Y como puedo localizarte?
- Suelo andar por aquí, pregunta a la gente.
La feria de artesanía era itinerante, se celebraba todos los fines de semana de julio, en varias localidades vascas.
A Mario no le gustaba nada andar con sus obras de aquí para allá en la furgoneta, además del estés que le suponía tener que montar el puesto cada día, siempre se producían desperfectos en algunas de ellas.

El eco del golpeo del cincel sobre la roca de cuarzo, reverberaba en los túneles de la vieja mina romana abandonada. Mario, con la lamparilla de espeleólogo en la frente, se encontraba completamente concentrado en su tarea: "La gran obra".

El 14 de julio, se celebraba en Amorebieta la 2ª muestra de la 6ª edición de la feria de artesanía itinerante. A las 7 de la mañana, Mario ya estaba en su puesto, colocando sus obras en las endebles mesas que usaba para mostrarlas y venderlas. En la parte trasera, colocó una madera donde colgaba los Kaikus, argizaiolas, laburus y bastones, y en el suelo las sillas y cofres con motivos vascos.
Estaba nervioso, le habían encargado hacer una demostración de tallado de madera a las 12. Este tipo de cosas le suponían una gran ansiedad, aunque sabía que en cuanto cogiera el cincel y el martillo, y viera la forma escondida en la madera, sería imbuido por las procelosas aguas de la creatividad.
"Entre astillas y virutas, surgió el rostro embelesado de una mujer, cuyos labios le dieron las gracias por liberarle."
Los aplausos le sacaron de allí. El sol le había estado dando de lleno en la cabeza durante toda la demostración, por lo que sufrió un pequeño vahído. Dando las gracias, se sentó en una silla, bajo el toldo de la furgoneta.
Un hombre se le acercó, le resultó conocido.
- Hace calor eh!. Has hecho un buen trabajo - Mario le miró con extrañeza - antes, me refiero, aquel busto de mujer.
- Ah! si claro.
El hombre le ofreció la mano.
- Me llamo Luis, Luis Alcátara, soy tratante de arte. Nos conocimos la semana pasada, en Urretxu.
- Si, ya recuerdo.
- Quería proponerte algo - Mario le miró a los ojos: Estaban secos, como charcos evaporados por el sol - Tengo pensado dedicarme al mercado de artesanía al por mayor, y necesito un nombre relevante para certificar la calidad de los productos, como Subijana y sus quesos, por ejemplo. Sólo tendrías que hacer algunos anuncios, y poner tu firma en los productos. Ganarías mucho dinero, y sin mover un dedo - Mario se quedó pensativo - No tienes que responder ahora, llámame cuando tomes una decisión - dijo dándole una tarjeta - qué tengas un buen día.
Mario le hizo un gesto con la mano, y se sumergió de nuevo en sus pensamientos.

"La inmensa cola emergió de la superficie y la golpeó haciéndola añicos. No fue una muestra de poderío, sino una consecuencia del mismo. Mientras, los tiburones, recelosos, merodeaban alrededor."

La marca "Mario Zabala" fue todo un éxito. Las máquinas producían miles de Kaikus, laburus y demás, con su firma grabada, que empaquetaban y enviaban a tiendas de souvenirs de toda España.
En los anuncios, aparecía un sonriente Mario trabajando en su taller:"Siglos de tradición vasca en su casa".

"El chorro de agua surgió del orificio como un resoplido satisfecho, asustando a las gaviotas. Entonces le vio: Era Acab, le gritaba y maldecía con su arpón en la mano. Sintió un ligero pinchazo, y el agua se tiñó de rojo alrededor. Sabía que era mortal: Las aguas se abrían a su paso, hacia los abisales abismos de la muerte."

Le encontraron muerto en su cama, en el taller, que también era su casa: Su enorme cuerpo parecía una talla de madera más, de entre las numeroras que poblaban la casa.

Irene se acercó al cuerpo de su tío. Le pareció forzada la expresión de su rostro, y excesivo el brillo de sus mejillas por el abuso de maquillaje. Pensó que no sabía nada de lo que había habido debajo de aquella máscara, y sintió cierto remordimiento, aunque era más fuerte el fastidio de tener que hacerse cargo de todos los temas administrativos de la defunción.

A los días, el abogado le llamó a su despecho. "Por lo menos sacaré algo de provecho de todo ésto" - pensó.
- Buenos días. Siéntese - le dijo con aire profesional - resulta que su tío no hizo testamento, por lo que sus bienes pasan a ser de su propiedad, al ser el único familiar vivo del difunto - Irene esperó expectante a que continuara - los bienes de su tío suman 120.000 euros, que es el valor de su casa taller, y un terreno en el valle de Leizarán.
- ¿Y todo el dinero que ganó con su marca de artesanía?, fue todo un éxito.
- Si, pero en el contrato que firmó, no incluía porcentaje de las ventas obtenidas.
- Que le timaron, vaya.
- Me temo que así es. Aquí tiene las escrituras, es todo lo que hay.
Irene las miró decepcionada. "Bueno, en donde no se ha sembrado no se puede recoger" - pensó.

Irene recorría la vía verde de Plazaola, antigua vía de tren habilitada como bide-gorri, que cruzaba el valle de Leizarán.. Consultó el mapa, y cruzó "El puente de las brujas", internándose  en el valle.
"Aquí empieza el terreno de mi tío" - pensó al llegar junto a unos robles. Se extrañó de que no hubiera ninguna valla que limitara la propiedad. En el mapa que encontró en el taller de Mario, había una cruz junto a un río. encontró el río, y con el GPS encontró el lugar exacto donde estaba la cruz. Se sorprendió al ver un orificio escarbado entre grandes rocas. "Deben de ser las antiguas minas romanas que según he leído se encontraban por aquí"- pensó. Sacó la linterna y se internó en las galerías. Pese a la sensación de claustrofobia y humedad, siguió avanzando por los estrechos pasadizos, hasta llegar a una estancia más grande: "Creyó escuchar como un canto,como de trompas de agua tocadas por sirenas, que le había llevado hasta allí". Parecía inverosímil la enorme cavidad que se abría allí, y más inverosímil la enorme estructura blanca que ocupaba el centro de la misma, y que apenas iluminaba los haces de luz de la linterna. A su derecha, creyó distinguir una especie de interruptor colgando de un cable en la pared. Lo accionó, encendiendo un rudimentario sistema de iluminación: "Varada en medio de la tierra, la gran ballena blanca descansaba en paz".

viernes, 19 de junio de 2015

Espirales

El niño no podía dejar de hacerlo; hacía girar la peonza con la mano, y miraba fascinado como las rayas que tenía dibujadas, formaban una espiral que bajaba y bajaba sin fin.
Un hombre que le observaba se le acercó y se agachó junto a él.
- Bonito eh! En realidad, las lineas no bajan, es una ilusión óptica.
El niño siguió con su juego.
- De todas formas, la espiral es un elemento básico de la vida, se da en muchas de sus manifestaciones, como en las caracolas, enzimas,....
El niño parecía no prestarle la más mínima atención.
- Dicen - continuó el hombre - que las espirales son puertas de paso entre dimensiones; del macrocosmos al microcosmos, de lo más grande, a lo más pequeño; pero no son más que teorías fantásticas.
El hombre miró al niño, que seguía absorto en la peonza.
Ante la aparente absoluta falta de interés del niño a sus palabras, el hombre se incorporó y se marchó. De pronto, se detuvo, y se volvió: El niño había desaparecido; la peonza seguía dando vueltas y vueltas.

sábado, 13 de junio de 2015

Un instante de claridad

El anciano cogió la botella de plástico del suelo, la miró con extrañeza, y la levantó para verla a trasluz. Entonces su boca y sus ojos se fueron abriendo hasta desencajarse de la cara, y cayó fulminado.

domingo, 24 de mayo de 2015

Perdido

Dicen que tengo un problema, pero yo me siento bien, no me duele nada. La cosa es que me pierdo. Me pierdo en el monte, lo que pudiera ser normal, o en las carreteras, con el coche, que también; pero me pasa lo mismo en el museo, en la ciudad donde llevo 20 años viviendo, en el centro comercial,...............
Debe de ser un problema de orientación. Yo no le doy importancia, pero Ernesto me dice que es un problema muy serio, ya que nunca podré llegar a ningún sitio al que me proponga ir. Bueno, no será para tanto, además, tampoco es que tenga muchas aspiraciones.
Me sucede desde niño. Recuerdo que el profesor me tenía que acompañar al servicio cada vez que tenía que orinar, para que no me perdiese. Lo pasaba mal, porque los demás niños se reían de mi.
La adolescencia no fue tan mala, porque aunque no tenía amigos, a nadie de mi alrededor le sorprendía mi falta de orientación.
La cuestión es que es un tema espacial, porque consigo todo lo que me propongo, menos llegar a un sitio físico concreto, ¡no hay forma oye!
Ahora estoy embarcado en un proyecto que me tiene completamente absorbido; se trata del Mapa Universal, un mapa para poder llegar a cualquier parte del mundo, por inhóspito o insignificante que éste sea.
Pero es un tema complejo, ya que el mundo se transforma constantemente, y donde había un parque, ahora hay un centro comercial.
Google ha intentado hacer algo parecido, mandando coches con cámaras por todo el mundo, pero éstos coches no pueden llegar a todas partes, y además la información no está debidamente actualizada.
Tendré que hablar con la NASA, la única solución para mi proyecto está en una vigilancia constante de todos y cada uno de los rincones del mundo, y me consta que aunque esté prohibido por los estados, por violar el derecho de intimidad, los satélites de la NASA lo hacen.
De momento, seguiré recorriendo el mundo, con los ojos bien abiertos, para poder guardar en mi memoria todo aquello que pudiera hacerme falta en el futuro, ¡quien sabe lo que puede suceder!

sábado, 16 de mayo de 2015

Realidades

Sólo soy un vigilante de seguridad con pretensiones literarias. Trabajo en un "Lanbide"(Centro de Empleo Vasco); me siento en mi puesto, e intento escribir historias, mientras la gente pasa delante de mí, protagonizando la suya propia.
Era bajo y fornido. Su amplio estómago y su ropa, revelaban cierta dejadez, desmentida por la intensidad de su mirada.
- Hola - me dijo dándome la mano - venía a pedir el paro. Me acaban de despedir.
- Tienes que pedir una cita. Aquí tienes los teléfonos para llamar.
- ¿No me pueden atender ahora? Ya que estoy aquí.
- No, funcionan con citas.
Miró a la zona de prestaciones, y fue hacia allí. Después de hablar con uno de los funcionarios, se volvió a acercarse con un papel en la mano.
- Ya tengo la cita. Desde luego, están tocándose los huevos y no son capaces de atenderte.
- Son funcionarios, ya sabes.
- Si me dejaran a mi, les pondría las pilas. A base de hostias.
No sonreía, realmente lo habría hecho.
- ¿De que empresa eres?
- "Delma".
- Yo he estado en "Ceulen", y me han echado, ¡estando de baja! Era el jefe de equipo, y prescindieron el servicio por una cagada del vigilante. Como ya te he dicho, yo estaba de baja, y me echaron como responsable del equipo.
- Menuda putada.
- Les voy a meter un puerro que se van a enterar. Tengo al mejor abogado de la ciudad. No ha perdido ni un caso. Bueno, que tengas buen servicio.
Se despidió dándome la mano de nuevo.
Intenté volver a mi mundo interior, enquistado en otro ajeno y hostil.

Al día siguiente, volvió a la oficina, y vino directamente hacia mi.
- Que tal. Otra vez aquí, haber si arreglo los papeles y me tomo un par de meses de vacaciones.
- Siempre vienen bien.
- Ya me han ofrecido trabajo en "Prosur", pero no pienso cogerlo. La última vez que estuve allí, le cogí del pescuezo al inspector. Por poco me lo cargo.
Lo dijo como si hablara del tiempo.
- Igual dejo la seguridad - continuó - estoy cansado de todo esto. Siempre me mandan a sitios conflictivos: Estaciones, centros de menores, discotecas,... Tengo el cuerpo lleno de cicatrices. Una vez me dieron un navajazo en el estómago. Al tipo le rompí los brazos, las piernas, y varias costillas, además de la nariz y la mandíbula. Mientras le golpeaba, ni me enteré que tenía la navaja clavada. Tuvieron que separarme, que si no...... Estuve dos días en coma. Al tipo le cayeron 4 años por intento de asesinato. Bueno creo que me llaman.
Fue a paso seguro hacia la mesa donde había salido su número. Notaba el estómago revuelto.
"¿Qué hago aquí?" - me pregunté. - "como algún día pase algo serio......"
Yo nunca me he enfrentado con nadie, y menos físicamente. Si trabajo de vigilante, es porque no encuentro otra cosa, y no me pedían mucho. Además me permite escribir, aunque no sea en las mejores condiciones.
Vi como discutía con el funcionario. No me atreví a acercarme. Les observaba muy nervioso. De pronto se levantó y se acercó.
- Me dice que como tengo contrato de media jornada, voy a cobrar 400 euros, menuda mierda.
hablaba con rabia contenida, sin levantar la voz.
- Arriesgando la vida para cobrar 400 putos euros - decía mientras marcaba un número en su móvil -voy ha hablar con mi abogado, verás la que les va a caer.
Al cabo de un rato con el móvil en la oreja, colgó.
- No me coge.
Entonces se puso a escribir un mensaje.
- Me estoy calentando, vamos fuera a fumar un pitillo - me dijo.
Le obedecí, aunque no fumaba, y me desagradaba terriblemente el olor a tabaco.
- Verás cuando hable con mi abogado, se van a cagar.
Dio un par de caladas profundas.
- Es mejor que te tranquilices, a malas no se consigue nada - le dije, aunque parecía no oírme.
- Estuve trabajando de escolta en América. Mi protegido era de la CIA, se encargaba de vender armamento que en teoría tenían que destruir a gobiernos y terroristas de zonas en conflicto. Imagínate, estaba amenazado por todas las mafias. Me contrató después de estar de francotirador en Irak. En el tiempo que trabajé con él, sufrió 8 atentados. En uno de ellos, le salvé la vida. Aparecieron 2 furgonetas, una a cada lado del coche en el que circulábamos. Se bajaron varios terroristas, y ametrallaron el coche. Tuve que sacarle, y echarme encima de él. Nos disparaban desde los balcones. Yo maté a cuatro, pero me dieron el la rodilla. Mi  protegido tuvo que llamar a un helicóptero, porque la bala era explosiva, y me llevaron a un centro especial del pentágono.
- ¡Menuda historia!
- Allí si que cobraba bien. Te traeré una nómina para que veas: 400 dólares al mes.
- Te los merecías.
- Bueno, que tengas buen servicio.
- Gracias.
Me senté en mi puesto, y cogí mi cuaderno y mi lápiz.
" ¡Pero en qué mundo vivo!, ahí está la realidad, cruel y despiadada, y yo aquí, en mi mundo,......"
No podía escribir nada.
Una anciana se me acercó.
- Oiga, ¿me puede ayudar? tengo que pedir una cita, y no me aclaro con estas máquinas.
- Si claro.
Nos acercamos al ordenador, y mecánicamente saqué la cita.
- ¡Muchísimas gracias! - me dijo emocionada - no podría haber sacado la cita sin su ayuda.
- No es nada - le dije distraído.
la anciana, hurgó en su bolso, y sacó un llavero con un dinosaurio de plástico.
- Tome, y muchas gracias.

A los días,volvió, y como de costumbre, se dirigió directamente a mí, y me dio la mano.
- Tengo que cambiar el número de cuenta.
- ¿Tienes cita?
- No, pero mírales, si están sin hacer nada.
Se acercó hacia allí. Me puse nervioso, pensaba que la iba a liar. Tras hablar con uno de los funcionarios, volvió sonriente.
- Me he pasado para nada, mañana tengo que volver, y para una chorrada como ésta.
- Ya sabes como funcionan.
- Me han vuelto ha llamar de "Prosur". No pienso trabajar para ellos. Se cargaron a mi hermano. Trabajaba para ellos, en un blindado. Sus compañeros intentaron robarlo, y lo mataron por no cooperar. Se me pone la carne de gallina cuando pienso en ello. Fue aquí mismo, en la rotonda; un coche le pegó por detrás y cayó desde el puente. La guardia civil me dijo que no haría nada, que estaban investigando, y a los meses les cogieron, aunque había peces gordos a los que no habían podido llegar. Les pedí que me dejaran con ellos en una habitación, sólo ellos y yo.....pero no me dejaron.
- Creo que fue mejor.
- No me habría importado pasar el resto de mi vida en la cárcel. Pero algún día saldrán, y entonces..........
Bueno, te dejo que tienes trabajo - me dijo al ver a una pareja con un niño de 6 años que se acercaba para preguntarme algo - buen servicio.
- Perdone, venimos a por la ayuda social.
- Si, mesa 4.
Volví a mis historias.
Al rato oí gritos, el chico de la pareja que me habían preguntado por las ayudas, estaba muy alterado.
- ¡A todos estos extranjeros que viven del cuento les dais ayudas, y a los de aquí que nos den!
- Mientras el piso sea vuestro....
-¡Estamos pagando la hipoteca!
- Pues tendrá que venderlo.
-¡Venderlo!
- Así son las cosas.
- ¡Claro, lo dices tú que tienes tu sueldo todos los meses!, ¡con mi dinero!
Me levanté y me acerqué, tenía que intervenir.
- ¡Eh, tranquilo!, ¡sobre todo educación, o tendré que echarte!
- ¡Tú ni te acerques!
Utilicé un truco que me suele funcionar en estas ocasiones: Centré mi atención en la respiración, y en la parte inferior de mi vientre, visualizando una esfera de luz. Me tranquilicé.
- Venga, tranquilo, sal un momento, relájate, y vuelve a entrar.
- ¡Una mierda!, ¡Venga vámonos!, ¡atajo de parásitos!
Cogió a su pareja del brazo, y la arrastró fuera. El niño les siguió sin comprender nada.
Por el calor que sentía en mis mejillas, debía de estar mar rojo que un tomate. Salí un rato fuera, me temblaba todo el cuerpo.
Al rato salió Marian, de prestaciones, para fumar.
- La gente está cada vez más alterada - me dijo.
- Y con razón. Oye, quería advertirte sobre el chico que ha venido antes sin cita, es una persona muy violenta, tienes que tratarle con mucho tacto.
- ¿El vigilante?
- Si, ha sido francotirador, y escolta de un traficante de armas.
- ¡Qué dices!, según su vida laboral se ha pasado los últimos 23 años como vigilante nocturno en una fundición.
Volví a mi puesto, me senté y cogí mi cuaderno para escribir. Enfrente, un niño de 3 años cogía una pelota, la tiraba, miraba a su madre, y corría alborotado para cogerla.


viernes, 24 de abril de 2015

Mundo real

Cogió el móvil con las manos temblorosas: ¡No había comentarios!, ¡Y eso que ya hacía 7 minutos que había escrito la última entrada en el faceboock!, ¡ni siquiera un me gusta! Miró nervioso alrededor; de las 12 personas que contó, 10 manipulaban absortos sus móviles, las otras 2 eran un niño de 2 años y una anciana. Volvió a mirar el móvil, ¡la pantalla estaba negra! Intentó encenderlo; nada. Se puso a sudar - "si lo acabo de cargar, no puede ser" -. Golpeó reiteradamente el botón de encendido, pero nada, el móvil no respondía.
Pasaron 3 horas; el cuerpo le temblaba cada vez con más violencia, eran casi convulsiones. Sudaba y le dolía la cabeza. Se apoyó en la pared, se le nublaba la vista; cerró los ojos, y perdió el sentido.
Cuando despertó, sintió frío, y aunque el temblor había remitido, persistía el dolor de cabeza. Buscó nervioso el móvil entre sus ropas; sintió un gran alivio al encontrarlo en el bolsillo derecho de su abrigo. Apretó el botón de encendido, y la realidad cayó de nuevo sobre su consciencia: No funcionaba.
- ¡No, no,no! - gritó, y lo arrojó con desesperación, haciéndose añicos.
En el cielo, los buitres sobrevolaban las ruinas de la ciudad.

domingo, 5 de abril de 2015

Campos de olvido

Muebles abandonados en medio de un prado, perfectamente alineados en ejes imaginarios, separados, con las puertas abiertas, los cajones sacados, las vacas pastando alrededor. Esta era la imagen que se repetía de lunes a viernes desde el asiento trasero del Renault 7 de mi padre, de camino al colegio.
Vivíamos en una barriada de edificios bajos y grises, construida al lado de la fábrica de cemento, donde trabajaba mi padre. Fue edificada para albergar a las familias de los cientos de trabajadores que en su día, entraron a trabajar en la fábrica, y que como mi padre, se habían visto obligados a salir de la capital para ganarse el sustento. Hoy en día, la mitad de las casas estaban alquiladas a inmigrantes, a causa de la crisis, que obligó a la fábrica a reducir su plantilla en tres cuartas partes. Ahora, los inmigrantes habían tomado posesión del barrio; grupos de chicos subsaharianos se pasaban el día riendo y fumando en los bancos de la plaza, mientras que las mujeres con velo, llevaban a sus morenos niños al parque.
El barrio se había convertido en un lugar extraño, ajeno, inexistente, como aquel prado donde se levantaban los muebles abandonados.

- ¡Miguel joder, no corras tanto!
José y yo bajábamos a tumba abierta con las bicicletas por las rampas del bidegorri. José se paró.
- ¡Estás loco, te vas a matar! - me gritó.
- ¡Nenaza!
Pedaleé con más fuerza, a causa de la adrenalina, que nublaba mi percepción del peligro.
- ¡Dios!, ¡pero que hace!
Cuando llegó José a mi lado, yo me encontraba tumbado sobre una bala de paja, con las manos bajo la nuca, mirando al cielo.
- ¡Has tardado! - le dije sin mirarle.
- ¡Estás completamente loco!, ¡cuando te la des, no pienso ser yo quien recoja tus pedacitos esparcidos por el suelo!
Me reí.
- pareces mi madre.
José dejó su bici junto a la mía, y saltó la valla para pasar al prado donde me encontraba.
- ¿Qué coño hacen esos muebles allí? - dijo.
- No lo se, los veo todos los días al ir al colegio. Venga, vamos - le dije, bajándome le la bala de paja.
- ¿A donde?
- Esto tiene que ser de alguien.
Nos dirigimos a un viejo caserón que había cerca. Se levantaba como un mueble más dentro del prado, con las puertas y ventanas abiertas de par en par.
- ¿Que coño haces? - me dijo José al ver que me dirigía a la puerta.
- ¡Joder! - volvió a gritar cuando me metí en la casa.
Dentro no había nada extraordinario, al contrario, reinaba cierto anodino orden, y la decoración, aunque antigua, mostraba, no buen gusto, pero tampoco malo.
- ¡Puede venir alguien, vámonos! - me gritó José, asomándose a la puerta.
Yo lo miraba todo con curiosidad, fascinación.
- ¡Aquí no hay nada que ver! - volvió a gritar, nervioso, José.
Salí de la casa.
- ¿qué diablos pensabas encontrar?
- No lo se................
El ruido de motor de un coche que se acercaba nos interrumpió. Echamos a correr por el prado. De pronto, José se quedó muy quieto, mirando el interior de unos de los armarios abiertos del prado, al que le faltaba la parte de atrás.
- ¿Qué haces? - grité.
Vi como José se metía en el armario.
- ¡Joder! - grité, y me acerqué; ¡no había ni rastro de él. Miré a través del armario, una vaca, a diez metros, me miraba rumiante.
- ¡Eh tú, que haces aquí! - escuché a mi espalda.
Salí corriendo, salté la valla, y cogí la bici. Pedaleé con todas mis fuerzas hasta llegar a casa.
Es la última vez que vi a José, o eso creo............................

- ¡Papá,papá!, ¿Qué hacen allí esos muebles?
- No lo se, llevan allí toda la vida.
- ¡Para papá, quiero jugar allí!
- Ahora no, tenemos que ir al colegio.
Miguel dejó a su hijo en el colegio, y volvió  por la misma carretera.Paró en la cuneta, al lado de una roñosa bicicleta abandonada. Saltó la valla, y deambuló entre los armarios y las vacas, como una vaca más. Se acercó al viejo caserón. No parecía más deteriorado de como lo recordaba. La puerta estaba abierta, igual que las ventanas; y entró.
- ¡Hola!
Un hombre de aproximadamente su misma edad se levantó del sillón donde estaba leyendo.
- Vaya, perdone.
El hombre le miró sorprendido.
- Es que..........he tenido un problema con el coche......y me he quedado sin batería en el móvil.........
- Si, si, claro, ahí tiene el teléfono - le dijo señalándole una mesita que se encontraba al lado de la ventana.
- Gracias.
Miguel, visiblemente nervioso, hizo como si marcaba.
- Si, hola,...........,creo que es el motor de arranque..........de acuerdo...............gracias. Bueno, listo, vendrá enseguida la grúa.
El hombre y Miguel se quedaron mirándose, como si se reconocieran de repente.
- Oiga, ¿es suyo el prado que está al lado de la casa?
- No............¿porqué?
- No, por nada,..............bueno, pues gracias por todo.
- De nada.
Miguel salió de la casa. Al volver la mirada, vio al hombre en el porche, que le saludó con la mano. Cruzó el prado, y se paró frente a un armario. Al día siguiente, el coche de Miguel seguía allí, en la cuneta, al lado de la vieja bicicleta abandonada, como un mueble más.


viernes, 27 de marzo de 2015

Historias de la isla (5)

"La panza de burra" había estado sobre la isla durante todo el día, como intentando guardar un secreto. Yon y Juan se reunieron en San Miguel de Tajau con Lorenzo, qué vivía allí. Era un pequeño pueblo pesquero conocido por sus parrilladas de pescado y marisco fresco, que preparaban en  los numerosos restaurantes de la zona. Aunque la pasión de Lorenzo era la música, tenía que dedicarse a la pesca para poder subsistir. Yon, contactó con Lorenzo en el restaurante del padre de éste, y se ofreció para llevarle a alta mar en "El Bolero", su pequeña embarcación.
El mar estaba picada; atardecía; el sonido del motor de "El Bolero" llenaba el silencio entre los 3 hombres. Lorenzo llevaba el timón, y consultaba constantemente los aparatos de posición.
- ¡Falta mucho! - gritó yon desde la proa - ¡sólo faltan 30 minutos para la doble puesta de sol!
- Tranquilo, casi estamos.
Juan se encontraba en el camarote,tumbado en una esterilla, empapado de sudor, intentando encontrar algo fijo a lo que aferrarse.
El motor del "Bolero", dejó de roncar, y sólo las olas balanceaban su casco, indiferentes al ansia de los hombres que iban en la embarcación.
- Ya hemos llegado - dijo Lorenzo acercándose a Yon. Este consultó su reloj, y fijó la vista en el horizonte. En ése momento, Juan subía las escalerilllas que llevaban a cubierta, agarrándose a las barandillas, y de pronto, ante la asombrada mirada de los tres, apareció, espectrante, la silueta de una isla: La isla de San Borondón.
No parecía haber nada extraño en la isla, con el típico paisaje de casas bajas de pálidos colores y plataneros que ofrecían sus todavía verdes frutos. Lorenzo, amarró la embarcación en el puerto, y buscaron un lugar donde alojarse. Se hospedaron en un pequeño hotel situado en el mismo puerto, y tras una cena ligera, en la que apenas hablaron (ensimismados en sus propios pensamientos), fueron a acostarse.

Juan estaba cansado, y todavía le dolía el estómago y la garganta de tanto vomitar. Sin embargo, al entrar en su habitación, sintió como si volara, y nada de eso importase. Se acercó a la cama, no estaba vacía, sobre ella, estaba Sonia, la camarera del aparta-hotel, desnuda ofreciéndole sus pequeños senos morenos, y su entrepierna abierta, esperándole.

Al día siguiente, Lorenzo paseaba por el bullicioso centro de la villa, cuando a su izquierda, se abrió un callejón decorado con floridas jardineras y mosaicos en las paredes. Nada más meterse en él, sintió paz. Un letrero anunciaba el nombre de la calle: "La calle de La Verdad". En ella, había un restaurante de comida tradicional y una tienda de artesanía. Esta vez, los olores que salían de la cocina del restaurante le transportaron a los humeantes pucheros de la cocina de su casa, donde su madre preparaba "el gofio" y los mojos. Sintió una gran ternura. Entró en la tienda de artesanía; en una estantería se exponían varios timples hechos a mano. Se acercó para verlos.
- Nos volvemos a ver - dijo una voz a su espalda. Al darse la vuelta, se encontró con el luthier de Boca Cangrejo.
- Parece que has visto un muerto - le dijo al ver su expresión.- Acompáñame, te esperaba.
Bajaron unas escaleras hasta el taller. Allí de entre virutas y frascos de barniz, sacó un timple, guardado en su estuche.
- Es éste - le dijo - "El Timple de Oro", es tuyo.

Yon se sentía pletórico. Su teoría había resultado cierta, y se encontraba en la isla de San Borondón. Pero por otro lado, estaba decepcionado por la absoluta normalidad que reinaba en la misma. Hasta que recibió un mensaje en el móvil. "Si no tengo cobertura" - pensó. Era Anne Nystron, la secretaria personal de Thor Heyerdahl ; le citaba en una casa a las afueras de la ciudad. Cogió un taxi que le llevó hasta allí.
Se trataba de una casa grande rodeada de frondosos jardines, con exóticas plantas entre las que se levantaban esculturas procedentes de las más diversas culturas, como Mohais, o barcos sumerios. Yon cruzó el jardín, fascinado, y allí, en el porche de la casa, delante de una máquina de escribir, se encontraba Thor Heyerdahl, esperándole.

Epílogo

En el pequeño puerto de San Miguel de Tajao, fondeaba "El Bolero", después de ser remolcado por la grúa desde alta mar.
- ¿Es el barco de su hijo? - preguntó el guardacostas a Pedro, el padre de Lorenzo.
- Si.
- Siento decirle que no hemos encontrado a  nadie a bordo.
- Ya, ya, me lo imaginaba.
Su expresión, no parecía traslucir emociones.
Luego, en la comisaría, despumes de realizar los arduos trámites burocráticos, coincidió con Raquel, la mujer de Juan, y su madre en la sala de espera. Tenía la mirada perdida y los ojos rojos.
- ¡No pueden haber desaparecido sin más!, ¡tienen que estar en alguna parte! - le decía Raquel a su madre.
Pedro se acercó.
- No se preocupe -le dijo - están bien, están allí donde siempre han querido estar.
Y salió de la comisaría.
Mientras, en la radio, sonaba una tonada tradicional isleña, que rezaba así:

"San Borondón, San Borondón, allí donde te lleve el corazón.
San Borondón, San Borondón, allí donde te lleve la pasión.
San Borondón, San Borondón, donde los sueños sueños son,
son, son, son,......................"



viernes, 20 de marzo de 2015

Historias de la isla (4)

Hacía un día caluroso, y los pocos visitantes del Centro Antropológico de Guimar se encontraban en la sala de exposiciones o en el bar, únicos sitios donde había aire acondicionado. Entre ellos se encontraba Juan, que descansaba en el auditorio viendo un reportaje sobre Thor Heyerdahl, fundador del centro, tras haberse aventurado por los caminos que rodeaban las pirámides bajo un sol justiciero. Dos filas de butacas más adelante, vio a un hombre que le resultaba familiar. Al terminar la proyección, se cruzaron, y se quedaron mirándose.
- ¿Nos conocemos? - dijo el hombre.
- Me resultas familiar, pero no se de que.
Vio entonces como en la solapa de su camisa llevaba una acreditación de periodista con su nombre: Yon Pellízar.
- ¿Eres periodista? - le preguntó Juan.
- Si, escribo en una revista de misterio. Estoy haciendo un reportaje sobre Thor Heyerdahl, ¡el hombre más fascinante que ha existido!
- Tienes un trabajo muy interesante - dijo Juan tras un breve instante.
- Tengo suerte de trabajar en lo que me apasiona. ¿Te interesa el mundo del misterio?
- Supongo que si, pero soy bastante escéptico, sólo creo en lo puedo ver con mis propios ojos.
Se produjo un incómodo silencio, el que se da entre dos desconocidos a los que el destino junta sin permiso.Una pantalla de vídeo salvo la situación. En ella, anunciaban la doble puesta de sol, fenómeno astrológico que se podía observar desde las pirámides, y que iba a producirse al día siguiente.
- Vas a venir a verla? - Dijo Juan.
- No, en ése momento estaré en alta mar.
-¿En alta mar?
-Si, allí es donde va a tener lugar algo realmente extraordinario.
Juan sintió un escalofrío.
- ¿A qué te refieres?
Yon miró con sospecha a su alrededor.
- Vamos a tomar algo y te cuento el asunto.
Pidieron dos cervezas bien frías,  y se sentaron en una mesa apartada.
- Mira, las pirámides esconden un secreto, que va más allá de una simple alineación astronómica. Sus constructores, conocían el lugar y la fecha exacta en la que aparece la isla de San Borondón. ¿Conoces el tema? La isla de San Borondón, es la octava isla, que muchos dicen haber visto. Aparece y desaparece. Nadie se pone de acuerdo del lugar. Dicen incluso que es la atlántida.
-¡Qué interesante!
- Mi teoría - continuó Yon excitado - es que las pirámides indican el lugar y el momento en el que aparecerá la isla.
Los ojos ardientes de Yon se clavaron en Juan.
- ¿Cómo?
- Verás, el intervalo de tiempo que dura la doble puesta de sol de mañana, es el momento en el que aparecerá y desaparecerá la isla, y el lugar se localiza trazando una linea perpendicular desde la cima del Teide hasta el eje imaginario que forman las pirámides con el punto donde se produce la doble puesta.
Juan frunció el ceño.
- Te lo dibujaré - Dijo Yon cogiendo un bolígrafo y una servilleta, donde dibujó lo siguiente:


Como ves, se forma un triángulo rectángulo, que haciéndolo girar sobre el eje, nos da un punto en el mar. ¡Allí aparecerá la isla de San Borondón.
- ¡Joder!, ¿Cómo lo has averiguado?
- Intuición,,,,,,,,,,,,,o puede que esté predestinado a realizar éste gran descubrimiento. Oye -continuó - ¿porqué no me acompañas?
-¡En serio!
- Claro, me encantaría compartir este gran momento con alguien.

Juan conducía el coche camino de Puerto la Cruz, con la sensación liberadora, y a la vez aterradora de que algo que no estaba en sus manos iba a suceder.

viernes, 13 de marzo de 2015

Historias de la isla (3)

Capítulo 5

Como cada 16 de julio, coincidiendo con el día de la Virgen del Carmen, se celebraba en La Orotava el mercado de artesanía, el más importante de la isla. En ella, se reunían los maestros artesanos de todo el archipiélago. La artesanía, junto a la gastronomía y el folclore, suponía una de las actividades impulsadas por las autoridades, ya que suponía un incentivo más para las masas de turistas que acudían a la isla en busca de sol.
Lorenzo deambulaba por la feria, con las papilas saturadas por el aroma a quesos y mojo que desprendían los puestos dedicados a los productos típicos de la isla. Le ponía enfermo aquellos abigarrados olores que desde su infancia formaban "la banda olorosa" de su insípida vida. Se dirigió a los puestos de los luthiers, que eran los que habían hecho que se dejara caer por la feria. Se acercó a uno que vendía timples, y se puso a ojearlos.
- Veo que sabes lo que quieres - le dijo el tendero, un tipo gordo y calvo con abundante barba blanca.
- ¿Cómo? - le dijo sorprendido Lorenzo.
- Has te has fijado en mis hijos predilectos. El resto no es más que reclamo para turistas.
- ¿Puedo tocarlo? - le dijo Lorenzo cogiendo uno.
- ¡Claro, claro!
Lorenzo lo tocó, concentrado en la sonoridad del instrumento.
- Es magnífico, ¿cuanto cuesta?
- 3000, pero no es lo que estás buscando.
Lorenzo frunció el ceño
- ¿Y que es lo que busco?
- Lo que todos buscamos............ "El Timple de Oro".
- No es mas que una leyenda.
- Sabes que no. Toma, ven a verme - le dijo dándole una tarjeta.
-¡Oiga!, ¿cuanto cuesta éste? - les interrumpió un hombre con bermudas y gafas de sol.
- ¡Si señor!, ¡tiene usted muy buen gusto! - le dijo el tendero, dándole la espalda a Lorenzo.
Lorenzo se alejó pensativo: "Lo que busco, lo que busco........."
"El Timple de Oro", provenía de una leyenda de la isla, que contaba de un maestro artesano, que dedicó toda su vida a hacer un único timple, y que éste, propiciaba el éxito material de todo aquel que lo tuviera.
A los días, Lorenzo encontró la tarjeta del artesano en el bolsillo de su camisa, y decidió visitarle. Vivía en Boca Cangrejo, pequeño pueblo famoso entre los surfistas por su playa.
Dio vueltas, perdido, por los alrededores de Boca Cangrejo, hasta que dio con una estrecha carretera que caía entre un sin fin de curvas y acantilados hasta el mar. Le inquietó ver enormes rocas bordeando el asfalto, entre señales de riesgo de desprendimientos. Llegó un momento en el que la carretera se bifurcó en 2; una rama iba hacia la playa, la otra hacia una serie de casitas cuadradas de distintos colores pálidos, que encajaban como un rompecabezas en la ladera que daba al mar. No vio números en las puertas, por lo que preguntó a un hombre en bañador, que sobre una roca, fumaba un pitillo. Si no hubiera sido por el cigarro, lo hubiera confundido con uno de los numerosos lagartos que habitan la isla.
- Vive en la casa amarilla, esa de allí al fondo - le dijo, al preguntarle por el artesano.
Le parecía estar invadiendo la intimidad de aquella gente, al andar ente las estrechas calles y escaleras que tenían las puertas de las casas bordeando el acantilado. Al llegar a la casa amarilla, se encontró con al puerta semiabierta.
- ¡Hola! - dijo empujándola.
La sensación de intromisión se convirtió en violación cuando entró en la casa, pero algo le empujaba a encontrar al artesano; y lo encontró, sin vida, en el suelo de la cocina, como un fardo arrojado por la marea en la orilla.

sábado, 28 de febrero de 2015

Historias de la isla (2)

Capítulo 4

Eran las 9 de la noche, Juan fue el primero en bajar al comedor del aparta-hotel. Cogió unas "papas arrugadas" con "mojo verde" y ensalada, en el buffet preparado para la cena.Se quedó pensativo, mirando un pescado bañado en una salsa rojiza donde nadaban varios guisantes.
- Es "sama", un pescado típico de aquí - escuchó mientras intentaba dirimir sus dudas acerca de la frescura del pescado. Levantó la vista; la camarera le sonreía con esa sonrisa propia de los isleños, llena de humildad y nobleza. Su largo pelo negro daba a su rostro un aspecto salvaje, suavizado por la pequeña nariz, y sus prominentes pómulos. Se le quedó mirando como a una aparición.
- Está muy bueno, pruébalo.
- Si.........me serviré un poco.
- ¿Y la familia?
- Bajarán ahora, les he dejado cambiándose de ropa.
- Tienes una familia adorable.
- Si claro, bueno, hasta luego.
- Que aproveche.
Juan le sonrió nervioso, y se fue con la bandeja a una mesa vacía.
Mientras comía observaba a la muchacha.Esta, con movimientos fluidos reponía la comida, y saludaba a los comensales con sincera amabilidad.Un par de veces, vio como ella también le miraba, y se excitó. Intentó centrarse en lo que comida, intentando encontrar el sabor del insípido pescado.
La camarera se le acercó.
- Toma te he guardado un trozo de tarta de queso, es el último que quedaba.
- Gracias, me encanta la tarta de queso - mintió.
- Me llamo Sonia - le dijo la chica dándole la mano.
- Yo Juan
- Lo se - le dijo sonriente mientras se alejaba con los platos vacíos.
Raquel irrumpió ruidosamente en el comedor vociferando y haciendo espavientos, como era habitual en ella, seguida de María y los niños. Hicieron acopio de comida en la barra del buffet, y se sentaron en la mesa de Juan, sin hacerle caso.
- Mañana no pienso moverme de la piscina, estoy rendida -  comentaba María delante de su ensalada.
- Podemos descansar e ir de compras por el paseo marítimo - contestó Raquel
- ¿No habíamos quedado en ir a las pirámides? - replicó el hasta entonces olvidado Juan.
- Yo he quedado con unos alemanes para ver las semifinales - Dijo Nacho.
En aquel momento se celebraba el mundial de fútbol, y en las terrazas de los chiringuitos se levantaban enormes pantallas de televisión, que reunía a sus fieles alrededor, para la inmolación de sus mentes.
- ¡Pues me iré solo!, para algo interesante que íbamos a hacer...........
Al día siguiente, Juan cogió la autopista sur hacia Güímar, donde se encontraban las famosas pirámides, que cruzaba la isla por la costa, rodeando El Teide, imponente volcán cuya ira le dio vida. Sin embargo, pese a no tener pérdida, acabó en Los Cristianos, prefabricado centro turístico donde acababan de construir un super-mega-agua-park. Con resignación, dio la vuelta y volvió entre los molinos del parque eólico que atravesaba la carretera hacia el parque temático de ¨Güímar.
"Parques, parques, parques,................................."

domingo, 22 de febrero de 2015

Historias de la isla (1)

Capítulo 1

Nuestra vida transcurre como en un aeropuerto, con la sensación de que en nuestro destino cambiarán las cosas; y cuando subimos al avión, llenos de dudas, nos damos cuenta de que ya es tarde para elegir otro rumbo.
Juan empujaba el pesado carro de las maletas, llenas de "por sis"; María, la suegra, llevaba su propia maleta, y charlaba animadamente con su mujer; Nacho, escuchaba música en el i-pod, escapando del complejo mundo que le rodeaba, con su altanería adolescente; Lucas, subido al carro, hacía peligrar el delicado equilibrio de las maletas.
- ¡Lucas, bájate de ahí! - le grito Juan. EL niño, saltó del carro y salió corriendo.
Era la primera vez que Juan viajaba en avión, ¡Y encima con la familia!
- Tranquilízate - le dijo María, su suegra, al verle tan tenso - Ahora tenemos que facturar el equipaje, y esperar a que nos indiquen la puerta de embarque; ¡es sencillísimo!
Juan odiaba su prepotencia, sobretodo cuando ponía en evidencia su inseguridad delante de Raquel, su mujer, y los niños.
Compró una revista y se puso a ojearla. Era de misterio. Le llamó la atención un artículo sobre el azar y el determinismo. La foto del autor, una tal Yon Pellizar, le resultaba familiar.
Una vez subido al avión se tranquilizó, y dejó vagar sus pensamientos entre las nubes que discurrían bajo sus ojos.


Capítulo 2

Sólo quien tiene el corazón roto puede cantar boleros; y Lorenzo lo tenía. Aunque su dolor no traspasaba los corazones embotados de los turistas, que bebían cerveza y comían paella en las terrazas del chiringuito.
Cuando terminó la canción, vio su tristeza hecha añicos entre  indiferentes sorbos de alcohol,  y la impresionante pantalla de televisión donde se retransmitía fútbol. Guardó la guitarra en la funda, y se retiró discretamente, entre algún indiferente aplauso. Era tarde, y estaba cansado, más por el pesado fardo de la resignación que arrastraba, que por el trabajó en sí.


Capítulo 3

La carretera parecía derretirse bajo el pleno sol que parecía estar permanentemente colgado del cielo en aquella parte de la isla.
"Ya debía haber llegado" - pensaba Yon mientras conducía "el polo" que había alquilado por la autopista sur de la isla, hacia Guilmar. En el reproductor del coche sonaban los boleros de un disco que había comprado por 10 euros en la terraza de un chiringuito de Puerto la Cruz. Vio el cartel anunciador del aeropuerto. Con una mano, desdobló el mapa de carreteras.
-¡Mierda, si estoy al otro extremo le la isla!
Cabreado, cogió el siguiente cambio de sentido, y volvió a cruzar los áridos paisajes volcánicos. Después de dar vueltas y vueltas por las tortuosas calles de Guilmar, siguiendo las enrevesadas indicaciones de las señales, llegó hasta las pirámides.
Las pirámides, constituían un complejo cultural creado por Thor Heyerdahl, antropólogo y escritor noruego que dedicó su vida a la investigación, y pasó el final de ella en la isla, dedicado plenamente a sus estudios. Yon, que escribía en una revista de misterio, había concertado una entrevista con Anne Nystron, la que había sido la secretaria personal del antropólogo. Estaba fascinado por la figura del investigador.

Llegó con retraso, por lo que tuvo que esperar a que le atendieran. Mientras, paseó entre las pirámides, respirando hondo, intentando impregnarse de la energías telúricas, que suponía, los guanches, habían experimentado en aquel lugar; pero la edulcorada música de fondo, y los numerosos carteles informativos, lo convertían en un parque temático de cartón-piedra.
"- Piedra, piedra,piedra........." - las piedras estaban allí, y las estrellas que las alineaban, y los lagartos, que rasgaban la atención con su huida, creando abismos.




viernes, 2 de enero de 2015

Plácido (3ª parte)

Plácido paseaba por la avenida con las manos en los bolsillos, mirando las ramas de los perales colmadas de frutos. Escogió uno que se encontraba al dado de un banco, se subió a él y empezó a llenar de peras una bolsa que sacó del bolsillo trasero del pantalón; un grupo de chicos sentados en el respaldo de un banco próximo le señalaban y reían, la señora del perrito cuchicheaba al oído de su amiga mientras le miraba, el barrendero maldecía intentando arrancar con la escoba los restos podridos de los frutos caídos, Plácido pensaba en la rica compota que se iba a preparar para cenar.
Despreocupadamente, se dirigió a su casa. No tenía mucho que hacer desde que se quedó sin trabajo. De pronto, se encontró a la puerta del instituto donde trabajaba; sus pies habían recorrido el camino que durante 34 años habían realizado casi diariamente. Le invadió una ola de añoranza. En el patio del instituto vio a Dolores, la señora de la limpieza, arrastrando una pesada bolsa. Se acercó para ayudarle.
- ¡Hombre Plácido! - le dijo al verle.
- No deberías llevar esos pesos Dolores.
- Tan paternalista como siempre - le respondió Dolores agarrándole del brazo - ya me queda poco, en julio me jubilo.
- Pues razón de más para que te cuides.
Plácido cogió la pesada bolsa, y se la echó al hombro.
- ¿Cómo te va? - le preguntó Dolores mientras se dirigían al contenedor de basuras.
- Haciendo cursos y cosas de esas, para reciclarme dicen, ya sabes.
- ¡Va!, hacerte perder el tiempo, nada más.
- Así estoy entretenido.
Llegaron hasta el contenedor, abrió la tapa con una mano, y de un rápido movimiento con la otra, echó la bolsa dentro.
- Por aquí han cambiado mucho las cosas desde que te fuiste.....bueno, te echaron - dijo Dolores - la empresa que se encarga ahora del mantenimiento, aparece una vez al mes, hacen cuatro chapuzas, y hasta la próxima.
- Ya sabes, les saldrá más rentable.
- A consta de dejar sin trabajo a gente decente como tú.
- Que le vamos a hacer, los tiempos cambian.
- Pero la gentuza permanece.
Mientras hablaban, volvían de nuevo al instituto.
- ¿Te acuerdas de Rubén? - dijo Dolores - Aquel chico tan problemático al que echaron una semana por llevar una navaja automática.
- Si, tenía problemas en casa.
- Pues murió hace una semana, ¡de cáncer!, ¡tan joven!, fíjate, da miedo ¿qué no?, le puede pasar a cualquiera, cada vez se oye más.
Plácido quedó conmovido, pero más por la trivialidad con la que hablaba, que por la noticia en sí.
- Bueno Plácido, te dejo, que ahora nos controlan hasta el tiempo que estamos en el baño.
Dolores se alejó con paso resuelto, no sin antes darle a Plácido un sonoro beso en la mejilla.
Plácido miró a su alrededor; en un primer vistazo, no parecía haber cambiado mucho el aspecto del instituto, pero a sus expertos ojos, parecía más descuidado: Ese desconche en la fachada, las hojas caídas de los árboles atascando la alcantarilla, la bombilla fundida del foco,.................
Entró en el edificio; una nueva ola, ahora de melancolía, le cubrió, al ver las taquillas alineadas a los lados del pasillo. Se paró ante una de ellas: la de Rubén. Del bolsillo del pantalón sacó un enorme manojo de llaves, y eligió una; era la maestra. Abrió la taquilla; en la estantería superior, había un peine y un paquete de chicles empezado, junto a un Play-boy enrollado. Abajo, en el suelo, una sudadera Adidas echa un ovillo. Cogió la sudadera; el polvo levantado le hizo estornudar. De pronto escuchó un sonido metálico; era un objeto que se encontraba entre los pliegues de la sudadera. Se agachó para recogerlo, y reconoció el canario de juguete que le había regalado hace 2 años a Rubén. Le faltaba el pico y un ala; una infinita ternura le embargó;le dio cuerda,lo puso en la palma de la mano,................¡y el pajarito echó a volar, con su única ala, piando, saliendo por una ventana, hacia el sol!