Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

viernes, 26 de junio de 2015

El hombre que soñaba ballenas

"Movió sus aletas como si volara; de arriba a abajo, y de abajo a arriba, desplazando grandes cantidades de agua, hasta que los  orificios de su nariz afloraron a la superficie. Llenó los pulmones de aire, y volvió a sumergirse: embrujada el agua en su presencia, convertida en oro."
Emergió del sueño, y respiro el aire rancio de la habitación.

Mario Zabala, artesano. Eso ponía en la tarjeta que le tendió al hombre. En la otra cara, el dibujo de una especia de corazón saliendo de entre unas montañas, como si fuera un amanecer, aunque más que un corazón, parecía la cola de una ballena.
- "Biotxa berri"- leyó el hombre - ¿qué significa?
- Corazón nuevo.
- No veo ningún número de contacto.
- No tengo teléfono.
- ¿Y como puedo localizarte?
- Suelo andar por aquí, pregunta a la gente.
La feria de artesanía era itinerante, se celebraba todos los fines de semana de julio, en varias localidades vascas.
A Mario no le gustaba nada andar con sus obras de aquí para allá en la furgoneta, además del estés que le suponía tener que montar el puesto cada día, siempre se producían desperfectos en algunas de ellas.

El eco del golpeo del cincel sobre la roca de cuarzo, reverberaba en los túneles de la vieja mina romana abandonada. Mario, con la lamparilla de espeleólogo en la frente, se encontraba completamente concentrado en su tarea: "La gran obra".

El 14 de julio, se celebraba en Amorebieta la 2ª muestra de la 6ª edición de la feria de artesanía itinerante. A las 7 de la mañana, Mario ya estaba en su puesto, colocando sus obras en las endebles mesas que usaba para mostrarlas y venderlas. En la parte trasera, colocó una madera donde colgaba los Kaikus, argizaiolas, laburus y bastones, y en el suelo las sillas y cofres con motivos vascos.
Estaba nervioso, le habían encargado hacer una demostración de tallado de madera a las 12. Este tipo de cosas le suponían una gran ansiedad, aunque sabía que en cuanto cogiera el cincel y el martillo, y viera la forma escondida en la madera, sería imbuido por las procelosas aguas de la creatividad.
"Entre astillas y virutas, surgió el rostro embelesado de una mujer, cuyos labios le dieron las gracias por liberarle."
Los aplausos le sacaron de allí. El sol le había estado dando de lleno en la cabeza durante toda la demostración, por lo que sufrió un pequeño vahído. Dando las gracias, se sentó en una silla, bajo el toldo de la furgoneta.
Un hombre se le acercó, le resultó conocido.
- Hace calor eh!. Has hecho un buen trabajo - Mario le miró con extrañeza - antes, me refiero, aquel busto de mujer.
- Ah! si claro.
El hombre le ofreció la mano.
- Me llamo Luis, Luis Alcátara, soy tratante de arte. Nos conocimos la semana pasada, en Urretxu.
- Si, ya recuerdo.
- Quería proponerte algo - Mario le miró a los ojos: Estaban secos, como charcos evaporados por el sol - Tengo pensado dedicarme al mercado de artesanía al por mayor, y necesito un nombre relevante para certificar la calidad de los productos, como Subijana y sus quesos, por ejemplo. Sólo tendrías que hacer algunos anuncios, y poner tu firma en los productos. Ganarías mucho dinero, y sin mover un dedo - Mario se quedó pensativo - No tienes que responder ahora, llámame cuando tomes una decisión - dijo dándole una tarjeta - qué tengas un buen día.
Mario le hizo un gesto con la mano, y se sumergió de nuevo en sus pensamientos.

"La inmensa cola emergió de la superficie y la golpeó haciéndola añicos. No fue una muestra de poderío, sino una consecuencia del mismo. Mientras, los tiburones, recelosos, merodeaban alrededor."

La marca "Mario Zabala" fue todo un éxito. Las máquinas producían miles de Kaikus, laburus y demás, con su firma grabada, que empaquetaban y enviaban a tiendas de souvenirs de toda España.
En los anuncios, aparecía un sonriente Mario trabajando en su taller:"Siglos de tradición vasca en su casa".

"El chorro de agua surgió del orificio como un resoplido satisfecho, asustando a las gaviotas. Entonces le vio: Era Acab, le gritaba y maldecía con su arpón en la mano. Sintió un ligero pinchazo, y el agua se tiñó de rojo alrededor. Sabía que era mortal: Las aguas se abrían a su paso, hacia los abisales abismos de la muerte."

Le encontraron muerto en su cama, en el taller, que también era su casa: Su enorme cuerpo parecía una talla de madera más, de entre las numeroras que poblaban la casa.

Irene se acercó al cuerpo de su tío. Le pareció forzada la expresión de su rostro, y excesivo el brillo de sus mejillas por el abuso de maquillaje. Pensó que no sabía nada de lo que había habido debajo de aquella máscara, y sintió cierto remordimiento, aunque era más fuerte el fastidio de tener que hacerse cargo de todos los temas administrativos de la defunción.

A los días, el abogado le llamó a su despecho. "Por lo menos sacaré algo de provecho de todo ésto" - pensó.
- Buenos días. Siéntese - le dijo con aire profesional - resulta que su tío no hizo testamento, por lo que sus bienes pasan a ser de su propiedad, al ser el único familiar vivo del difunto - Irene esperó expectante a que continuara - los bienes de su tío suman 120.000 euros, que es el valor de su casa taller, y un terreno en el valle de Leizarán.
- ¿Y todo el dinero que ganó con su marca de artesanía?, fue todo un éxito.
- Si, pero en el contrato que firmó, no incluía porcentaje de las ventas obtenidas.
- Que le timaron, vaya.
- Me temo que así es. Aquí tiene las escrituras, es todo lo que hay.
Irene las miró decepcionada. "Bueno, en donde no se ha sembrado no se puede recoger" - pensó.

Irene recorría la vía verde de Plazaola, antigua vía de tren habilitada como bide-gorri, que cruzaba el valle de Leizarán.. Consultó el mapa, y cruzó "El puente de las brujas", internándose  en el valle.
"Aquí empieza el terreno de mi tío" - pensó al llegar junto a unos robles. Se extrañó de que no hubiera ninguna valla que limitara la propiedad. En el mapa que encontró en el taller de Mario, había una cruz junto a un río. encontró el río, y con el GPS encontró el lugar exacto donde estaba la cruz. Se sorprendió al ver un orificio escarbado entre grandes rocas. "Deben de ser las antiguas minas romanas que según he leído se encontraban por aquí"- pensó. Sacó la linterna y se internó en las galerías. Pese a la sensación de claustrofobia y humedad, siguió avanzando por los estrechos pasadizos, hasta llegar a una estancia más grande: "Creyó escuchar como un canto,como de trompas de agua tocadas por sirenas, que le había llevado hasta allí". Parecía inverosímil la enorme cavidad que se abría allí, y más inverosímil la enorme estructura blanca que ocupaba el centro de la misma, y que apenas iluminaba los haces de luz de la linterna. A su derecha, creyó distinguir una especie de interruptor colgando de un cable en la pared. Lo accionó, encendiendo un rudimentario sistema de iluminación: "Varada en medio de la tierra, la gran ballena blanca descansaba en paz".

viernes, 19 de junio de 2015

Espirales

El niño no podía dejar de hacerlo; hacía girar la peonza con la mano, y miraba fascinado como las rayas que tenía dibujadas, formaban una espiral que bajaba y bajaba sin fin.
Un hombre que le observaba se le acercó y se agachó junto a él.
- Bonito eh! En realidad, las lineas no bajan, es una ilusión óptica.
El niño siguió con su juego.
- De todas formas, la espiral es un elemento básico de la vida, se da en muchas de sus manifestaciones, como en las caracolas, enzimas,....
El niño parecía no prestarle la más mínima atención.
- Dicen - continuó el hombre - que las espirales son puertas de paso entre dimensiones; del macrocosmos al microcosmos, de lo más grande, a lo más pequeño; pero no son más que teorías fantásticas.
El hombre miró al niño, que seguía absorto en la peonza.
Ante la aparente absoluta falta de interés del niño a sus palabras, el hombre se incorporó y se marchó. De pronto, se detuvo, y se volvió: El niño había desaparecido; la peonza seguía dando vueltas y vueltas.

sábado, 13 de junio de 2015

Un instante de claridad

El anciano cogió la botella de plástico del suelo, la miró con extrañeza, y la levantó para verla a trasluz. Entonces su boca y sus ojos se fueron abriendo hasta desencajarse de la cara, y cayó fulminado.