Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

sábado, 30 de noviembre de 2013

La distancia entre dos hombres

La tienda estaba llena de gente; hacían un 20% de descuento en todos los productos de electrónica.
Juan trabajaba en la sección de informática, por lo menos era un tema, que por afición, dominaba.
Apoyado en el mostrador, observaba a los clientes, intentando pasar desapercibido.
- ¡Oye chico!, ¿con ésto puedo ver películas en la tele? - le dijo un señor, mirando con extrañeza un disco duro que tenía entre las manos.
- Bueno, si tiene un ordenador y una televisión con conexión USB..........................
- Mi hijo me ha regalado una televisión de éstas modernas, y me ha dicho que con uno de éstos podría ver todas las películas que quisiera.
- Si, si..........................., así es.
El hombre se puso las gafas en la frente y se acercó a la estantería donde estaba el precio arrugando el entrecejo.
- ¿No tienes más baratos? - preguntó.
- Depende de la capacidad que quiera: Tiene de 500 G., 1 T., 2...........
-¿Y cuantas películas puedo ver en el más barato?.
- Pues en el de 500 G., unas 400, depende del tamaño de los archivos.
- ¡Vaya!, ¡quien lo diría!.
El hombre cogió el disco duro de 500 G. y se dirigió a la caja mirando el aparato con asombro.
"Lo que hay que aguantar", Pensó Juan, suspiró y miró el reloj: ¡Quedaban todavía 4 horas para cerrar!.

En casa reinaba ese silencio expectante que había invadido cada rincón desde que su padre había muerto. El viejo estaba siempre de mal humor, pero por lo menos se valía por si mismo, y no se entrometía en sus cosas; y lo principal: La casa era suya.

Llevaba un a mañana de perros; había llegado tarde al trabajo, y el imbécil del encargado le había dado un ultimátum. "Pues si que me importa"- pensó - "un estúpido trabajo de dos meses sin ningún futuro"."¿Quien se habrá creído ese imbécil?. Era como una viruta en el ojo, un trozo de carne en las muelas.
A media mañana, salió para fumar un pitillo. Al volver vio al hombre del disco duro, con él bajo el brazo. Intentó dar media vuelta para que no le viera.
- ¡Oiga joven!, "¡Mierda!" - pensó Juan, - éste aparato no funciona, lo enchufo al televisor, y nada, que no hay películas.
- Ya, claro,........., es que primero tiene que grabarlas en el disco.
- ¿Y como lo hago?.
- Necesita un ordenador.
- ¿Un ordenador?, ¡Vaya , que complicado es todo ésto!. Pues dame uno.
Encogiéndose de hombros, Juan le enseñó uno de sobremesa.
- Este tiene lo básico, con el podrá grabar las películas en el disco duro.
- ¿Y cuanto vale?.
- 600 euros.
El hombre se ruborizó.
- ¡Es mucho dinero!.
- Puede pagarlo en 6 meses sin intereses si se saca la tarjeta de la tienda..
- ¡Pero que complicado se ha vuelto todo!. - exclamó el hombre moviendo la cabeza de un lado a otro.
Al final se compró el ordenador echando mano de unos ahorros.
Juan sonrió cínicamente al verle salir de la tienda arrastrando la enorme bolsa donde llevaba el ordenador.
Al volver al mostrador,vio que el hombre había olvidado allí sus gafas. Eran antiguas, de pasta, y las lentes parecían los archivos digitales de la policía de tan manoseadas que estaban.
"Mierda", - pensó - "tendré que volver a ver el careto de ese viejo pardillo".
Cogió las gafas para guardarlas en el cajón; pero se quedó mirándolas. Sacó un pañuelo, y humedeciéndolo, las limpió concienzudamente antes de dejarlas.

Era el último día de trabajo para Juan. El eterno desorden del almacén ya no le producía desazón, ni las facturas amontonadas en el cajón de su mostrador; incluso miraba al encargado con indulgencia: Pronto estaría lejos de allí.
Las horas pasaban lentas pero tranquilas, como el paso de los elefantes hacia su mítico cementerio; cuando vio aparecer "al viejo de las películas".
- ¿Viene a por sus gafas? - le preguntó complaciente.
- Si, si, ando con estas viejas, que ya no me van bien. - le dijo el hombre con resignación.
Juan sacó las gafas del cajón del mostrador y se las dio.
- Aquí las tiene.
- ¡Esto es otra cosa! - dijo poniéndoselas. - Gracias.
El hombre dio media vuelta. Juan se le quedó mirando.
- ¡Oiga!, ¿que tal el ordenador?.
- Bueno................ - le dijo azorado. - Estoy esperando a que mi hijo pase por casa. ¡Esta siempre tan ocupado!.
- ¿quiere que pase por su casa después del trabajo?, se lo instalo en un momento.
- ¡Te lo agradecería muchísimo!, ¡yo no entiendo de estas cosas!.
El hombre le dio su dirección, y se lo volvió a agradecer unas cinco veces más.
"Es un pobre hombre" - pensaba la cabeza de Juan mientras se dirigía a casa del hombre después del trabajo, aunque en su estómago había algo más que condescendencia.
Le recibió con un fuerte abrazo, que le dejó desconcertado.
- Perdona mi efusión - le dijo - es que no estoy acostumbrado a recibir visitas.
Le llevó a su cuarto, que como el resto de la casa, acogía el poso de tranquila estabilidad que el paso del tiempo deja en las cosas, y que la velocidad destruye.
Allí, los distintos elementos de plástico y metal del ordenador se levantaban altivos entre las maderas nobles de un taquillón estilo Luis XV. " Fuera de lugar" - pensó Juan, - "como yo".
- Aquí está el dichoso aparato,- le dijo el hombre - no se ni donde ponerlo.
-No se preocupe, sólo necesito un enchufe.
Juan enchufó el ordenador, conectó la impresora y configuró el sistema en un santiamén, ante los asombrados ojos del hombre.
- Ya está, ¡listo!.
- ¿ya puedo ver películas?
-  Bueno......................, ahora tenemos que abrir una cuenta en internet para tener acceso a la red.
- ¡No entiendo nada de lo que me dices hijo!, pero haz lo que tengas que hacer, confío en  ti - le dijo mirándole a los ojos y apoyando una mano en su hombro.
Juan se sintió reconfortado, como aquel niño al que su padre empujó la primera vez que cogió una bicicleta para que anduviera solo.
Entonces configuró una cuenta con un operador en internet, y lo hizo a su nombre, sabiendo la delicada situación económica del hombre, y porque sentía que tenía que hacerlo así, aunque su situación económica no fuera mejor.
- ¡Ya está!- le dijo al cabo de un momento - Ahora en cuanto nos den la línea, descargamos las películas ¡y a disfrutar!.
El hombre le miró complacido.
- ¿Cómo puedo agradecértelo?.
- No ha sido nada.
- ¡Quédate a cenar!, veremos algunas películas y charlaremos, ¿Qué te parece?.
- Bien, mañana no tengo que madrugar.
- ¡Estupendo!, vamos a la sala.
Allí, se dirigió a un viejo armario de caoba que ocupaba toda una pared.Ordenadas por fechas, ¡había cientos de películas!, en formato Beta, VHS, incluso algunos grandes rollos que parecían films originales:
 Viaje a la luna de Melier, Amanecer y Nosferatu de Murnau, Metrópoli de Fritz Lang, el maquinista de la general de Buster Keaton, la dirigencia, esplendor en la hierba, salvaje, el último tango en parís,....................¡Estaban todos los clásicos del cine universal!, incluso algunos más modernos: Taxi driver, Alien, En busca del arca perdida, La delgada línea roja....................
- ¡Ahora podré completar mi colección! -dijo el hombre entusiasmado al contemplar el armario con sus criaturas. - Elige un par de películas mientras preparo algo para comer.
Cogió El resplandor, y desayuno con diamantes; le recordaban aquellas tardes lluviosas de sábado que pasaba con su padre, acurrucados en el sillón con una manta viendo Sesión de Tarde en la tele, (Y alguna Sesión de Noche, con cierta complicidad), ya que no había nada mejor que hacer.
El hombre apareció con un plato rebosando de grasientas lonchas de jamón y una botella de rioja.
- ¡Es jamón del bueno!: ¡Del pueblo!- dijo dejando el plato sobre la mesa. - ¡Allí los cerdos comen con cubiertos!.
Sirvió dos vasos de vino y metió la cinta de El resplandor en el vídeo.
- ¡Buena elección!, ¡Si señor! - dijo mirando la carátula. - ¿sabías que kubrick les hizo repetir las escenas de forma casi obsesiva?, decían que era por su carácter perfecionista, pero yo creo más bien, que lo que quería ,era que los actores se creyeran que estaban encerrados en el hotel con otro loco peor : El director.
- ¡Vaya!, ¡Qué interesante! - admitió Juan.
El hombre era toda una enciclopedia del cine, y así, entre tiras de jamón, vino, y películas, pasaron una agradable y distendida velada.
Ya muy entrada la madrugada, cuando empezaba a clarear el cielo dando forma a las cosas, se despidieron, quedando para otro día.

Al llegar a casa, subió al desván. Allí guardaba una caja grande con viejas fotos y recuerdos. Le quitó el polvo con la manga y la abrió. De un estuche, sacó un reloj de pulsera. Lo miró unos instantes, lo puso en hora, y dándole cuerda, se lo colocó en la muñeca.
En la parte posterior del reloj, se leía una inscripción: "Para Juan con todo mi amor. De tu padre."


viernes, 22 de noviembre de 2013

El lugar al lado del mástil

El pescador se afanaba por recoger los aparejos esparcidos por la cubierta del pesquero, cuando una ola le hizo perder el equilibrio. Rodó por la superficie del barco enredándose en las redes y chocó  con el mástil, al que intentó agarrarse. El agua le arrastró de nuevo a popa y le llevó junto al mástil, al que esta vez se agarró con todas sus fuerzas. Se incorporó ayudado por aquel pilar improvisado . Estaba magullado y aturdido.
De pronto dejó de sentir el azote del mar, la cubierta dejó de ser una quebradiza capa de hielo, las olas rompían a su lado sin salpicarle; el silencio era absoluto. Miró a su alrededor: Vio a lo lejos el pequeño pesquero azotado por la tormenta; luego el basto mar, que se extendía ante sus atónitos ojos; vio la tierra suspendida en el vacío oscuro; la vía láctea extendiendo sus lechosos brazos al infinito;¡naves ardiendo más allá de Orión!; infinitas estrellas naciendo y muriendo en partos de luz y fuego;..........................................
- ¡Samuel!, ¡Samuel!, ¡Estás aquí!.
Una mano amiga le apartó del lugar al lado del mástil.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Déficit de atención

El alto cargo fue recibido efusivamente por el director del colegio.
- ¡Buenos días señor!, acompáñeme por favor, le mostraré las instalaciones con sumo gusto.
Pasaron por los pasillos que separaban las distintas aulas, organizadas por edades. Los niños seguían atentamente las explicaciones del profesor; incluso los más pequeños.
- Como puede comprobar, nuestro sistema educativo a conseguido grandes avances, sobre todo a nivel pedagógico - alardeaba el director. - Hemos eliminado por completo los castigos, y el fracaso escolar se ha reducido al  2 %.
- ¡Impresionante!.
Salieron al patio; era la hora del recreo. Unos niños jugaban a la pelota; formaban un círculo y se la pasaban por turnos. Otros, leían o conversaban.
- ¿No hay pocos niños? - comentó el alto cargo.
- La mayoría están en la biblioteca o en el laboratorio - respondió el director.

De vuelta al despacho del director, el alto cargo se paró ante una puerta de la que salía un gran alboroto.
- ¿Qué sucede aquí?.
- ¡Bueno..............!, entre.
El director le abrió la puerta. Dentro, los niños se perseguían, saltaban en colchonetas, gritaban y se disputaban juguetes,............................
- No les hace efecto la medicación,.
- ¡ Es una verdadera tragedia!.
- Si, ¡pobres diablos!.

El director del colegio y el alto cargo, se despidieron con un apretón de manos.
- Están haciendo un buen trabajo - le dijo éste último al director.
- El mérito no es sólo nuestro - respondió.
El alto cargo,  cogió su coche para dirigirse a casa.
Conducía cumpliendo estríctamente cada señal; mientras, en las cunetas, las sirenas meneaban sensualmente sus grandes pechos, ofreciéndoselos.
Paró ante un semáforo: los ojos clavados en el disco rojo; mientras, un unicornio alado, hacía cabriolas en el aire delante del coche..
Llegó a su casa a la hora prevista; tomó su habitual ensalada de lechuga ante la televisión; se lavó meticulosamente los dientes; tomó la medicación; y se acostó para dormir, sin sueños, las 6 horas establecidas; mientras, en la calle, los hombres-lobo perseguían al las hadas bajo la luna llena.

viernes, 8 de noviembre de 2013

Aura roja

El metro recorría las entrañas de la ciudad; yo no.
Dentro de él, todo estaba quieto, parado, rancio. Delante de  mí, dos chicos hablaban; estaban lejos, muy lejos. Uno de ellos me miró; empezó a acercarse; antes de que pudiera tocarme, un aura roja le envolvió, y me alejé de él. Desde la distancia, vi como se llevaba las manos al cuello, caía al suelo, y se revolvía: No podía respirar. Algo que estaba comiendo se había quedado en su garganta, obstruyendo las vías respiratorias. Se armó un gran revuelo; de repente, todos estaban allí, de vuelta; todos menos yo.
En la siguiente estación, una ambulancia se llevó el cuerpo sin vida del muchacho.

Esperaba en la calle a que el semáforo se pusiera verde. Estaba todo parado; menos yo y los coches.
El disco rojo creaba una línea imaginaria detrás de la cual se amontonaban la impaciencia, la inercia, la expectación,...................................
La señora cargada con bolsas saltó a la carretera, violando la frontera. La seguí para detenerla, pero un aura roja la envolvió; y dejé que se fuera. Un coche se llevó por delante su cuerpo y su vida.

Llegué a mi casa. Allí estaba mi hija, jugando con las piezas de construcción. Ella siempre esta ahí.
- ¡Papá!, ¡papá!, ven a jugar conmigo - dijo saltando sobre la cama, al lado de la ventana abierta de par en par. Un aura roja la envolvió. Me quedé quieto; ella estaba lejos, muy lejos, un abismo nos separaba; cerré los ojos y salté....................................
 Agarré a mi hija por la cintura, y caímos sobre la cama, mientras la niña reía alborozada.