Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

viernes, 28 de noviembre de 2014

El día en el que se fueron los árboles

Recuerdo perfectamente el momento; era el 29 de febrero, a las 13 horas. Yo estaba en el parque dando un paseo, cuando escuché un zumbido envolvente que aumentaba de intensidad; entonces, las hojas de los árboles salieron volando, como una desbandada de pájaros, pero no arrastradas por alguna poderos fuerza, no, sino aleteando en el cielo con gráciles movimientos. La penumbra cubrió la tierra por unos momentos, al quedar oculto el sol por las hojas.
Después sentí un temblor, y vi como los troncos de los árboles eran tragados por la tierra entre un terrible estruendo; ¿o eran ellos los que perforaban el suelo como gigantescos y poderosos gusanos?
¿A donde fueron las hojas?, ¿Y los troncos?; no lo se, pero al día siguiente desperté sediento de sol y de agua.

viernes, 14 de noviembre de 2014

El paso del tiempo

Hacía calor, mucho calor, el sol derretía el asfalto, el aire caliente convertía el paseo en un cocedero. Por eso, decidió quedarse en el pequeño túnel que unía el paseo entre las dos playas. Se sentó en el suelo junto a su mochila, y apoyó la espalda en la pared. El sopor le hizo caer en ese espacio bastardo que separa la vigilia del sueño. Una voz le trajo de nuevo a la penumbra del túnel: ".....es un día cualquiera, hoy empieza todo.............". A pocos metros, un muchacho cantaba una canción, acompañado por su guitarra. Intentó atrapar las imágenes resquebrajadas que emergían del abismo de sus sueños, hechos trizas al chocar con sus pupilas; sólo el estruendo de cristales rotos quedó tras ellas. Maldijo entre dientes al muchacho, aunque la verdad, lo hacía bien, y las canciones eran agradables. abrió los ojos, y apoyó la cabeza en la pared.
Pasó el tiempo, porque el tiempo sólo pasa cuando se busca algo, aunque no se sepa qué. El chico, cogió las monedas que le habían echado en la funda abierta de su guitarra, y se las dio.
- Que te vaya bien - le dijo.
Le miró, y sonrió asentando con la cabeza. Vio como se alejaba, como si de una aparición se tratase, con el estuche de la guitarra a su espalda, como si fuese una mochila.
Se levantó y salió del túnel; hacía frío, mucho frío, la nieve cubría las calles, la ventisca helada azotaba los árboles. Cruzó los brazos sobre el pecho, y se acercó a una cabina de teléfono. Sacó del bolsillo las monedas que le había dado el muchacho, y metiéndolas en la ranura, marcó un número.
- Luisa,...................fui yo quien lo hizo, ....................lo siento.
Y el tiempo dejó de pasar.