Capítulo 4
Eran las 9 de la noche, Juan fue el primero en bajar al comedor del aparta-hotel. Cogió unas "papas arrugadas" con "mojo verde" y ensalada, en el buffet preparado para la cena.Se quedó pensativo, mirando un pescado bañado en una salsa rojiza donde nadaban varios guisantes.
- Es "sama", un pescado típico de aquí - escuchó mientras intentaba dirimir sus dudas acerca de la frescura del pescado. Levantó la vista; la camarera le sonreía con esa sonrisa propia de los isleños, llena de humildad y nobleza. Su largo pelo negro daba a su rostro un aspecto salvaje, suavizado por la pequeña nariz, y sus prominentes pómulos. Se le quedó mirando como a una aparición.
- Está muy bueno, pruébalo.
- Si.........me serviré un poco.
- ¿Y la familia?
- Bajarán ahora, les he dejado cambiándose de ropa.
- Tienes una familia adorable.
- Si claro, bueno, hasta luego.
- Que aproveche.
Juan le sonrió nervioso, y se fue con la bandeja a una mesa vacía.
Mientras comía observaba a la muchacha.Esta, con movimientos fluidos reponía la comida, y saludaba a los comensales con sincera amabilidad.Un par de veces, vio como ella también le miraba, y se excitó. Intentó centrarse en lo que comida, intentando encontrar el sabor del insípido pescado.
La camarera se le acercó.
- Toma te he guardado un trozo de tarta de queso, es el último que quedaba.
- Gracias, me encanta la tarta de queso - mintió.
- Me llamo Sonia - le dijo la chica dándole la mano.
- Yo Juan
- Lo se - le dijo sonriente mientras se alejaba con los platos vacíos.
Raquel irrumpió ruidosamente en el comedor vociferando y haciendo espavientos, como era habitual en ella, seguida de María y los niños. Hicieron acopio de comida en la barra del buffet, y se sentaron en la mesa de Juan, sin hacerle caso.
- Mañana no pienso moverme de la piscina, estoy rendida - comentaba María delante de su ensalada.
- Podemos descansar e ir de compras por el paseo marítimo - contestó Raquel
- ¿No habíamos quedado en ir a las pirámides? - replicó el hasta entonces olvidado Juan.
- Yo he quedado con unos alemanes para ver las semifinales - Dijo Nacho.
En aquel momento se celebraba el mundial de fútbol, y en las terrazas de los chiringuitos se levantaban enormes pantallas de televisión, que reunía a sus fieles alrededor, para la inmolación de sus mentes.
- ¡Pues me iré solo!, para algo interesante que íbamos a hacer...........
Al día siguiente, Juan cogió la autopista sur hacia Güímar, donde se encontraban las famosas pirámides, que cruzaba la isla por la costa, rodeando El Teide, imponente volcán cuya ira le dio vida. Sin embargo, pese a no tener pérdida, acabó en Los Cristianos, prefabricado centro turístico donde acababan de construir un super-mega-agua-park. Con resignación, dio la vuelta y volvió entre los molinos del parque eólico que atravesaba la carretera hacia el parque temático de ¨Güímar.
"Parques, parques, parques,................................."
No hay comentarios:
Publicar un comentario