Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

viernes, 6 de noviembre de 2015

Metamorfosis

A medida que avanzaba, se encendía una luz delante de ella. Estaba desnuda, se encontraba en un túnel, o eso le parecía por la forma ovalada de la estructura. Aunque ésta no parecía sólida, sino más bien un holograma. Escuchó un murmullo, y se detuvo. Se encontró en la más absoluta oscuridad. El murmullo se acercaba, provenía de varios sitios por delante de ella. Avanzó lentamente, la luz volvió, y vio drones del tamaño de un puño, que se dirigían hacia ella. Giraban sobre si mismos a gran velocidad, y de sus lados sobresalían afiladas cuchillas. Se paró. Escuchó el murmullo de sus pequeños motores al lado de su cabeza, merodeando alrededor de ella. Se quedó muy quieta, en la oscuridad, su corazón palpitando en los oídos. Al rato los drones se alejaron. Ella siguió avanzando. Escuchó el sonido de una campana, y el paisaje cambió.

Se encontró en una selva. La sofocante humedad que le envolvía consumió en un momento todas sus energías, dejándola exhausta. Su piel empezó a cambiar, convirtiéndose en escamas verdes que cubrieron su cuerpo. Su temperatura bajó, volviendo a su equilibrio natural, y se adentró en la selva con agilidad. Los monos aullaban en las copas de los árboles, de donde colgaban lianas, las serpientes siseaban entre el barro, exóticos cantos y algún rugido, se escuchaban constantemente entre el zumbido de insectos. Sin embargo, ella no veía nada. Hasta que sintió un aliento caliente en su cara: Un enorme tigre rugía a unos centímetros de su rostro. Acarició su cabeza y su lomo, sintiendo como los poderosos músculos de la bestia se relajaban. El tigre le lamió la cara, y se alejó con su portentosa majestad. Volvió a escuchar el sonido de una campana, y el paisaje cambió.

Estaba en un desierto de hielo, la temperatura estaba muy por debajo de 0 grados, ráfagas de viento helado azotaban su cuerpo. Su piel cambió, volviéndose negra para absorber todo el calor del sol.A su alrededor creció una abundante mata de pelos transparentes con aspecto blanco, por las burbujas de aire que se formaban en su interior, y debajo de la piel, creció una gruesa capa de grasa.Observó el desolado paisaje; le embargó una terrible sensación de soledad y abandono, no podía imaginarse un medio más hostil. Empezó a andar a paso rápido, solo por equilibrar la pérdida de calor. Anduvo durante horas, hasta que el hambre, la sed y el cansancio, consumieron toda su energía. el desolado paisaje se extendía sin fin hasta donde alcanzaba la vista.Se tumbó en el hielo, cerró los ojos, y dejó que se escaparan sus últimas fuerzas.Sonó la campana.

Escuchó un crujido debajo de ella, el hielo se quebró y su cuerpo se sumergió en agua helada. A medida que descendía, el agua se calentaba, y el pelo y la grasa que le envolvían, se convirtieron en escamas. Sus pies y manos se transformaron en aletas, y en su cuello aparecieron branquias. Nadó entre campos de medusas y bancos de atún, que formaban fabulosos mosaicos vivientes, asustados por su presencia. No la vio, apareció por detrás, y su enorme boca se la tragó. Era una ballena blanca. Consiguió esquivar sus dientes, y cayó sobre una superficie blanda rodeada de toda clase de restos podridos. Entre ellos encontró una barra de metal, cuya rotura había improvisado un filo. La cogió y apuñaló con rabia a la bestia. Cuando la herida fue lo suficientemente grande, se abrió paso entre la carne desgarrada y  hasta el agua. Agotada, se dejó llevar por la corriente.

Despertó en una playa, el sol calentaba su piel, y la brisa soplaba cálida en sus mejillas. Caminó entre prados coloreados por amapolas y dientes de león, y bosques de robles, donde escapaban asustados los cervatillos. Escuchó un rumor lejano, y se dirigió hacia él. Se encontró un lago alimentado por una cascada, que desprendía arcos iris en su caída. Se bañó, y se tumbó sobre la hierba para tomar el sol. Se quedó dormida. Al despertar, la serpiente estaba enroscada en su vientre. De un manotazo se la quitó de encima, pero la serpiente, sintiéndose atacada, se revolvió, mordiéndole en el tobillo. El veneno entró por los dos orificios hasta la corriente sanguínea, que lo llevó por todo su cuerpo bombeado por el corazón. Supo que era mortal. Entre temblores, nauseas, y un insondable terror, dejó que se le escapara la vida. Escuchó la campana.

Se encontraba de nuevo en el túnel, al final había una luz........................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................................