Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

viernes, 31 de octubre de 2014

Open-Space

"Open-space: La cultura alternativa en Euskalerria". Así rezaba el anuncio que se coló en mi facebook. Soy músico aficionado, y me interesa el tema, por lo que de di a "me gusta", y lo compartí para que la reseña quedara colgada en mi muro. Luego, guardé la página en una pestaña, y abrí el "google"; escribí en el buscador Open-space, y aparecieron 34.767456 resultados. Cliqueé en uno de ellos (1), y lo que leí me pareció interesante, pero ya me pensaría si ir o no, ya que soy un poco tímido, y me cohibe hablar con desconocidos, sobre todo en grupo.
Llegó el día en el que se celebraba el Open-space; ya ni me acordaba del tema, pero se coló de nuevo el anuncio en mi ordenador. Era sábado, y no tenía nada mejor que hacer, por lo que me acerqué al lugar. Me sorprendió el sitio elegido; era un emblemático teatro, cerrado ya hace tiempo. No sabía que seguía funcionando, aunque fuera para otro tipo de actividades que no fueran escénicas. La fachada del teatro conservaba la recia presencia de los edificios construidos sobre las cenizas del tiempo, hechos para perdurar, aunque éste, hacía notar su paso sobre él, mostrando las heridas que provoca cuando se le deja hacer sin intromisión alguna. Las puertas principales, daban a un deslustrado hall de mármol, del que ascendían unas inmensas escaleras, enmoquetadas con una raída y descolorida alfombra roja que daba al patio de butacas. El ambiente en el hall era extraño; allí una veintena de personas, paseaban sus miradas nerviosas por las desconchadas paredes, por los panfletos colocados sobare una mesa al lado de la puerta. No parecían conocerse entre sí, ya las escasas conversaciones, se limitaban a romper la tensión generada por la incertidumbre. Cogí uno de los panfletos, y me apoyé en la pared para leerlo, haciendo como que me interesaba lo que leía.
Pasaron 3 interminables minutos, hasta que un chico delgado y pálido, vestido conpletamente de negro, no pudo soportar más la tensión, subió por la escalera, y entró en el patio de butacas. Los demás le seguimos tímidamente, al no escuchar ningún grito de terror, ni verle salir despavorido. Las butacas, los palcos, el anfiteatro, y el escenario, mostraban los mismos signos de abandono que el resto del edificio, acrecentado por la escasa iluminación y el olor a humedad. avanzamos por el pasillo hasta el escenario. Allí el decorado era más bien escaso: Unas sillas puestas en círculo, varias pizarras, cartulinas y rotuladores, y una mesa con vasos de plástico, botellas de agua, servilletas de papel, y bocadillos envueltos en papel de aluminio.
Un hombre de unos 50 años, delgado y fibroso, con la cabeza completamete rasurada, gafas, y una sonrisa permanente esculpida en la cara, esperaba encima del escenario.
- ¡Bienvenido!, ir sentándoo por favor - nos decía uno a uno, mientras nos daba la mano.
Una vez acomodados, me puse a juguetear con el móvil, para evitar encontrarme con las nerviosas miradas de los demás. El hombre calvo, que parecía el organizador, se sentó en la única silla vacía que quedaba, y sin perder su pétrea sonrisa, se puso a hablar:
- Hola, bienvenidos de nuevo al Open-space. Me llamo Eusebio. Mi intervención en el evento, se va a reducir en dar las pautas necesarias para el desarrollo del mismo. El contenido sólo dependerá de vosotros. Un Open-space, es una metodología para sacar conclusiones sobare un tema con un grupo numeroso de personas. Se ha demostrado que en la convenciones, es en los espacios informales que se crean alrededor del oficial, donde se generan las ideas más creativas e interesantes. Por ello, en el Open-space, como la palabra indica, se crea un único espacio de circulación de ideas, en el que los participantes pueden intervenir voluntariamente. Si os parece bien, podemos empezar.
Yo ya me había hecho una idea de lo que era un Open-space, por lo que había leído en internet, y me limité a ver que sucedía.
El organizador puso unas cartulinas y unos rotuladores en el suelo, en medio del círculo, y propuso que el que quisiera, podía escribir en ellas el tema que le gustaría tratar. La mayoría parecía reflexionar profundamente, pero nadie se atrevía a dar el paso; "-seguro que se han pasado toda la semana dándole vueltas al asunto". Otros, como yo, esperaban indiferentes, con aires de suficiencia.
El chico delgado y pálido vestido de negro, rompió de nuevo la tensión; se levantó, y poniendo la rodilla en el suelo, empezó a escribir en una cartulina. Como si del flautista de Hamelín se tratara, otros participantes se levantaron para escribir sus propuestas.
El ambiente se fue distendiendo, hasta el punto de que el organizador, hasta entonces el único foco de atención, fue difuminándose hasta desaparecer por completo. Se formaron varios grupos con los temas propuestos, donde se debatía apasionadamente. Al principio, me limité a escuchar, y puntualizar alguna cuestión, pero me fui animando, y acabé participando intensamente en las discusiones contagiado por el clima de animosidad que se respiraba. Así pasaron las horas, analizando los temas, desmontándolos, dándoles la vuelta, y sacando creativas y espectaculares conclusiones.
A las 10 de la noche, se dio por finalizado el Open-space, tras una última ronda de conclusiones; ¡estábamos todos completamente agotados! Ya en el hall del teatro, continuaron las conversaciones, ya en un tono distendido y jovial, y acabamos, algunos, en un Pub próximo, tomando una cañas y echando unas risas. Me lo estaba pasando bien, pero se me puso un fuerte dolor de cabeza, por lo que me excusé, y me dirigí a mi casa; cuando palpando los bolsillos de mi pantalón, me cercioné de que mi móvil no estaba allí. Con desgana, me dirigí de nuevo al teatro; se me habría caído allí. Las puertas estaban abiertas, y entré. Aunque las luces se encontraban apagadas, había como una extraña fosforescencia por todo el local, que permitía moverse por dentro del teatro; ésta había recuperado su regio abandono. Subí las escaleras hasta el patio de butacas, y avancé por el pasillo central, hacia el escenario. A medida que me aproximaba, un débil murmullo se iba acrecentando, así como la sensación de una presencia en él. Allí, la oscuridad era total. Me puse de rodillas, y palpé el suelo en busca de mi móvil. Tuve la inmensa fortuna de dar con él al poco tiempo. Me senté en el suelo satisfecho, y lo encendí. Entonces, percibí de nuevo el murmullo: ¡Provenía del techo! La sensación de presencia, se hizo casi física. Recordé que mi móvil, tenía una aplicación que lo iluminaba como una lámpara, y con aquella fantasmagórica luz, miré hacia arriba: La tela que cubría la parte posterior del escenario estaba medio caída, ¡y dejaba entrever una especie de enorme masa rosácea y palpitante, que parecía pegada al techo! Me llenó una sensación de repugnancia tal, que estuve a punto de vomitar. El terror me invadió, al sentir como aquella cosa, ¡estaba estrujando mi cerebro, para extraer las últimas gotas de energía de mis neuronas! Me levanté aturdido, e intenté huir, pero tropecé con una silla, y se me escapó el móvil de la mano. Cuando lo recuperé, vi en una esquina del escenario a Eusebio, bueno, lo que quedaba de él, ya que sólo era su envoltorio, como el que deja una serpiente después de mudar de piel. Me levanté horrorizado, y retrocedí, sin poder quitar la vista de aquello, hasta que llegué al final del escenario, y caí de espaldas golpeándome la cabeza con el suelo, perdiendo el sentido.
Cuando desperté, me encontré en la cama de un hospital. Al entrar la enfermera, le pregunté lo sucedido, no me acordaba de nada:
- Le encontraron en la calle sin sentido, ¿como se encuentra?
- Bien, bien, me duele mucho la cabeza, pero a parte de eso........
- Es normal, se ha dado un buen golpe. Ahora tiene que descansar - me dijo la enfermera, maternalmente, antes de irse.
- ¡Ah!, esto es suyo - dijo.
Sacó mi móvil del bolsillo de la bata y me lo dio.
Cuando se fue, estuve pensando en todo lo que me había sucedido. Era todo muy confuso, pero creo que lo que he contado se ajusta a la realidad.
Ya cansado de darle vueltas, encendí el móvil, y entré en mi página de facebook. Mirando las últimas entradas, vi una que captó completamente mi atención:
"Open-space 2 :La cultura alternativa en Euskalerria".

viernes, 17 de octubre de 2014

El único sentido

El psicólogo

(De su cuaderno de notas)
"El sujeto presenta un cuadro sintomático propio de la patología de malos tratos: Retraimiento, fobia social, baja autoestima, culpabilidad. No parece que éstos se estén produciendo en el ámbito familiar, por lo que se recomienda un seguimiento minucioso de sus actividades fuera de él.
Se procederá a iniciar una aproximación de índole emocional, con el fin de crear vínculos afectivos con el paciente."


El niño

"Tengo miedo, mucho miedo. Ocurre continuamente; les veo parados en los semáforos, en la cola del supermercado, en los parques, en la habitación de mi abuela,..................¡Y me piden ayuda!,......... ¡si sólo soy un niño!"


El secreto

El niño - Quiero contarle mi secreto.
El psicólogo - Vale.
- En ocasiones..............................veo personas.
-¿En tus sueños?, ¿estando despierto?
- Andando, en las calles, en sus casas. No se ven unos a otros, sólo ven lo que quieren ver, no saben que son personas.
- ¿Les ves amenudo?
- ¡Todos los días!, ¡en todas partes! No le contará a nadie mi secreto ¿verdad?
- No, lo prometo.
- ¿Se va a quedar hasta que me duerma?
- Claro.


El diagnóstico

"La patología que presenta es más grave de lo que pensé. Inicialmente sufre alucinaciones visuales, paranoia, alguna clase de esquizofrenia infantil."