Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

martes, 15 de abril de 2014

Pactos con el diablo (parte 3º)

Capítulo 5

al llegar a casa, me encontré en el contestador un mensaje de Miguel, así que le llamé.
- ¿Miguel?, hola soy Rubén.
- ¡Hola tío!, ¡Qué pasa!
- Parece que has encontrado algo sobre el tema que te comenté.
- ¡Bueno!, ¡es una historia alucinante!. Resulta que en el solar de "Bilate" Se levantaba una ermita dedicada a San Miguel  Arcángel, ¡Qué casualidad, eh!; pues bien, llevaba años abandonada; sin embargo, empezaron a oírse rumores sobre misas negras que se celebraban en su interior, coincidiendo con la desaparición de niños de corta edad. Se denunció el hecho a las autoridades, pero no hicieron nada al respecto, ¡y alucina!, ¿sabes qué ocurrió?
- No, sigue.
- pues que los vecinos del barrio, comandados por el párroco, el Padre Carlos, fueron una noche, la rociaron con gasolina, y prendieron fuego. Dicen que en ése momento, estaban celebrando una misa negra, y los participantes, murieron, tan negros cómo la misa que celebraban.
- ¿ Y no trascendió el asunto?
- ¡Qué va!, el asunto fue llevado en el más absoluto de los secretismos, ya que se comentaba que entre los fallecidos, se encontraba Elías Ferrer, el entonces ministro de obras públicas, y su mujer.
- ¡Pues si que es una buena historia! - dije tras una pausa.
- Y que lo digas, pienso escribir sobre ello.
- Yo que tú, esperaría, puede ser peligroso.
- ¿Peligroso?
- Si, quizás los rumores que corrieron sean ciertos, y la cosa podría estar caliente todavía. Te mantendré informado.
Misas negras, linchamientos, desaparición de niños, chantajes,................................, la cosa era más compleja y peligrosa de lo que parecía..

"¡Eres mío!, ¡eres mío!,.................................."
Me desperté sudando y con el corazón desbocado. " ha sido una pesadilla" - pensé. Todavía tenía en la cabeza al imagen del diablo, con patas de cabra, y mi corazón en la mano. No pude volver a dormirme.

Capítulo 6

El día parecía que no quería amanecer, y que el viento y la lluvia le empujaran a ello. De mala gana, fui a la oficina. Allí estaba David, como un corpulento yeti.
- ¡Vaya!, hoy has madrugado - le dije - Al que madruga Dios le ayuda.
- Será porque Dios tiene insomnio, y se aburre - me respondió, tan pragmático como siempre.
-Yo tampoco duermo bien últimamente.
- ¿Por el tema del parque?
- Si, es más complicado de lo que parece.
- ¿Complicado?, si se trata de vender humo, lo que hacemos siempre.
Decidí contarle todo el asunto. Su espíritu práctico, podría aportar algo de luz al mío, hundido en la penumbra. Escuchó atentamente la historia, y poniendo una mano en mi hombro, me dijo:
- Esta noche iremos allí, y veremos que secretos esconden esas siniestras tierras.

Al salir de la oficina, me reuní con David en el parking. Me esperaba con una furgoneta cargada con palas, picos, y una cizalla. Nos montamos en la furgoneta y nos dirigimos al solar de "Bilate" Apenas hablamos durante el trayecto; un aire casi místico nos obligaba guardar un respetuoso silencio.
- Bueno, ya estamos - dijo David parando la furgoneta - ¿donde encontraste la trampilla?
- Cerca del río, allí, al lado de la higuera.
Fuimos con la furgoneta hasta la higuera. Seguía lloviendo a jarros.
- ¿Por qué no lo dejamos para otro día? - le dije.
- ¿Y pasarte otra noche en blanco?, ¡venga hombre!, cuanto antes zanjes el asunto, mejor para ti.
Tenía razón, pero la inquietud que me había perturbado durante todo el día, estaba aumentando de manera alarmante. Nos pusimos chubasqueros, botas de goma; cogimos las palas, y nos pusimos a quitar la tierra que ocultaba la trampilla, bajo la luz de los faros de la furgoneta. La lluvia, que empapaba la tierra, nos facilitó el trabajo. Una vez quitada la tierra, vimos una cadenas que impedían abrir la trampilla. David cogió la cizalla, y la rompió.
- ¡Vamos allá! - dijo.
Cogimos unas linternas, y abrimos la trampilla. Unas crujientes escaleras nos llevaron hasta una amplia estancia. Los haces de luz de las linternas, iban formando lo que parecía "El jardín de las delicias", de"El Bosco": Imágenes de demonios, torturas, violaciones,.................... Una gran cruz invertida presidía el lugar, frente a la cual había un altar de mármol negro con grilletes, y dibujada en el suelo, una gran estrella de David.
De pronto, se oyó el ruido de un interruptor, y varias fluorescentes iluminaron el recinto. De los lados de la cruz, salieron 2 filas de personas encapuchadas, con túnicas negras, que se pusieron de espalda a las paredes, dejándonos a David y a mí en medio. Eran 11.
Una persona encapuchada, con túnica roja, ocupó el centro del altar.
- Buen trabajo hermano David - dijo -  serás recompensado como te prometimos. Ocupa tu lugar.
Uno de los encapuchados, le dio una túnica negra con capucha, se la puso, y se colocó al lado del resto de encapuchados, de espaldas a la pared.
Yo estaba paralizado por el terror.
- Bien Rubén - dijo el hombre de la túnica roja - ha llegado la hora de que pagues tu deuda.
- ¡Qué deuda! - grité, saliendo del estado de pánico en el que me encontraba.
- La que heredaste de tus padres.
- ¿Mis padres?
- Elías Ferrer, y Marta Fernández, tus verdaderos padres.
- ¡Ellos no son mis padres!, ¡mis verdaderos padres murieron en un accidente de tráfico cuando era un bebé!
- Eso es lo que te dijeron. En realidad murieron quemados, justo encima de donde te encuentras, ¡quemados por la estupidez de los que nunca disfrutarán del poder de Satán! Sólo uno de nuestros hermanos, con un bebé en brazos, logró escapar. ¡El bebé eras tú!
- ¿Y que pinto yo en todo éste asunto?
- Tu sangre era la ofrenda que tus padres ofrecieron a Satán por sus favores, y al no derramarse, los condenó a ellos, y a todos nosotros, al calvario de la infortuna. Sólo después de muchos años, nos dimos cuenta que sólo consumando la ofrenda volveríamos a gozar de los favores de nuestro rey.
Sabía que aquello que decía era cierto; lo sabía desde hacía mucho tiempo. Su comprensión, llenó el vacío insondable de mi estómago.
- Vamos Rubén, acércate; llegó la hora de cumplir con tú destino.
Fui hacia el altar, me desnudé, y me tumbé sobre el frío y negro mármol del altar. El Sumo Sacerdote de Satán, me puso los grilletes y cogió un cuchillo. Su filo, rebanó mi pecho buscando el corazón. Luego, la negra paz.



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