Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

viernes, 11 de octubre de 2013

El becario

Lo tengo que hacer, no me queda más remedio que acabar con él de una vez por todas, si no, mi vida se convertirá en una pesadilla.
Hablo del nuevo, ¿se quién si no?, le invité a café en su primer día en la oficina..............................

- ¿Puedo ayudarte? - le pregunté. Miraba a todas partes con ojos de lechuza, como si lo viera todo por primera vez.
- ¡Oh sí, gracias!, soy nuevo ¿sabe?, estoy un poco perdido.
- Me llamo Rubén - le dije tendiéndole la mano.
- Carlos, encantado - sus manazas sudorosas, atraparon la mía entre ellas.
- ¿En qué sección trabajas?.
- Pues no lo se...................., soy el becario, me imagino que haré un poco de toco, fotocopias, cafés,......., ya sabes.- Mientras hablaba, movía los brazos y gesticulaba exageradamente.
- Venga, te invito a un café - ¡le dije inocéntemente!.
Aquel café, se convirtió en un culebrón televisivo sobre la vida y milagros del tal Carlos, que discurrió entre espavientos y baños de saliva. El timbre del móvil me salvó, fue como la campanada final del asalto antes de terminar la cuenta atrás.
Los días siguientes fueron un verdadero infierno, ¡parecía tener un GPS para localizarme!, incluso registré minuciosamente mi ropa por si tenía algún micrófono oculto!
-¡Señor Rubén!, ¡buenos días!, ¿Qué tal el fin de semana?.
- Bien.............disculpa, pero..................
- ¡Yo en casa!,¿sabe?, ¡tengo un terrible dolor de muelas!, mire, mire que cacho agujero.................. - un fétido aliento fue la antesala de un esperpéntico paisaje de muelas picadas y dientes amarillentos.
- si............si..........., ya veo...
-¡Pues no pienso ir al dentista!, ¡ese matarife!. La última vez que fui, me hizo vomitar metiéndome esos tubos hasta el estómago. Tengo el estómago muy delicado, ¿sabe?...........................
Mientras me contaba con pelos y señales los prolegómenos de su última exploración rectal, escuchaba las risitas de mis compañeros que indisimuladamente soltaban al pasar a mi lado.
La gota que colmó el vaso fue cuando el jefe de sección me asignó al becario para cubrir un reportaje.
- ¡Pero Luis!, ¡me las puedo arreglar yo solo!.
-¡He dicho que no!, ¡tienes que llevar todo el equipo fotográfico, y sabes perfectamente que no puedes tú sólo!. ¡Te llevarás al becario!, ¡Y no se hable más!.
Así que tuve que pasar 48 lamentables horas con aquel impresentable personaje que representaba todo aquello que mas odiaba en esta vida.
No es de extrañar lo que sucedió...........................................
- ¡Carlos!, ¡Carlos!, ¿qué coño haces?, ¡sal ya, vamos a perder el avión! - Gritaba mientras aporreaba la puerta del baño.
- ¡Ya!, ¡ya!, ¡esa malditas gambas!, ¡ya me decía mi madre, que no comiera después de cenar...............!- Me alejé blasfemando con las manos en la cabeza.
Y claro, ¡perdimos el dichoso avión!.
Aún así, conseguimos llegar a tiempo antes del cierre de edición.
- ¡Las fotos!, ¡venga, rápido!.
-¡Las fotos!...............- se quedó mirando al techo con cara de bobalicón. - ¡Olvidé recogerlas!; es cosa de familia ¿sabe?, mi abuelo ya olvidaba cosas, en la guerra.......................... - Le miré fíjamente, sólo veía su enorme boca babeante moviéndose a cámara lenta;  levanté el trípode que tenía en la mano, y le golpeé con él varias veces en la cabeza.
Me invadió un sudor frío, temblaba de la cabeza a los pies. Me lavé la sangre de la cara, cogí el cuerpo, y lo bajé al sótano. Por suerte a esas horas apenas había gente en la oficina. Escondí el cuerpo entre unos cartones, y me fui a mi casa. Estaba como en un trance. Me acosté, y me dormí de puro cansancio.
Un fuerte dolor de cabeza me despertó, ¡la almohada estaba ensangrantada!, fui al baño, y vi que tenía una brecha en la cabeza, y varios chichones. Me vendé la cabeza, y fui de nuevo a la redacción.
Bajé al sótano; entre los cartones ensangrentados, el cuerpo de Carlos se removía, ¡estaba vivo!. Le ayudé a incorporarse.
- ¿Qué ha pasado?, ¡no recuerdo nada!.
- Te caíste por la escalera. Vamos, te llevaré a mi casa.
Ya en mi casa, mientras preparaba unos bocadillos en la cocina, empezó de nuevo la cuenta atrás............
- ¡Qué haría yo sin usted señor Rubén!, ¡es como un hermano para mí! que digo, ¡como un padre!. - Se me abrazó empapandome la camisa de lágrimas y mocos. - Mis padres me querían mucho, ¡ya sabe!, hijo único..............................- El dolor de cabeza se acentuó, se me nublaba la vista....................
- ¡por cierto! - dijo de repente, separándose y agarrando mis dos brazos. - Tengo buenísimas noticias para usted, ¡el jefe me ha asignado como su ayudante personal!, ¿Qué le parece?, ¡de ahora en adelante, pasaremos mucho tiempo juntos!, ¡cómo auténticos coleguillas, eh!. El cuchillo con el que estaba cortando el pan, se introdujo en su estómago con un golpe seco. La cocina quedó en silencio.
Me agarré a la mesa, todo daba vueltas. Tambaleándome, llegué hasta el sillón, y me senté. De mi estómago manaba abundante sangre. La herida era profunda, pero no mortal. La vendé como pude ;cogí el cuerpo del becario, lo amordacé con una sábana y cuerdas, y lo metí en el coche. Conduje hasta el puente de Carlos I más conocido como "el puente de las ánimas".

Bueno, llegó el momento. ¡No puedo seguir viviendo así!. Cogí el cuerpo del becario que aún jadeaba débilmente, y lo arrojé por el puente.
Minutos antes, había pasado por la casa de mi abogado para dejarle en el buzón mis últimas voluntades.



1 comentario:

  1. Puf, no he entendido nada. "¿Sangre de mi estómago? ¿Últimas voluntades? " , tenemos que quedar y me lo explicas. Bueno,... O mejor, no. Córtame un poco de pan, por favor. Pero antes limpia un poco el cuchillo. ¡Nooooooooo!

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