Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

domingo, 5 de febrero de 2017

Los mundos de Dios (1)

Los gigantes de hielo

Max sabía que en Mínibe estaban prohibidos los niños, pero no podía dejarle aquí en Astur, era un planeta peligroso. No tenía tiempo para llevarle a ningún otro mundo, ya que las estatuas de hielo cobrarían vida en breve, como lo hacen cada 10 años.
Cogió al niño de la mano y e metieron en la cápsula de teletransporte; a esa hora apenas había gente haciendo cola. Se sentaron en los asientos y esperaron a que la luz se pusiera verde.
- A Mínibe - dijo Max.
Un zumbido fue todo lo que se produjo antes de que los 2 cuerpos desaparecieran. La luz roja de la cápsula dejó de parpadear, y los 2 cuerpos se materializaron, pero no era la misma cápsula; esta se encontraba a 20 años luz de Astur, en Mínibe.
Max esperó inquieto el sonido de alguna alarma por la presencia del niño, pero nada sucedió.
- Vamos - le dijo al abrirse la puerta. El niño tiritaba, hacía frío.
Max sacó un spray del bolsillo interior de su cazadora, y le roció con él por todo el cuerpo. Se roció él también, y volvió a guardar el spray. La sustancia que contenía formó un vacío que les aisló por completo del exterior, conservando su calor corporal.
- ¿Estás mejor? - le preguntó al niño. éste le sonrió, asintiendo con la cabeza.
La ciudad estaba desierta. Sabía que los inspectores del C.C.M (Comité Creador de Mundos) les observaban a través de las numerosas cámaras, y que les interceptarían de inmediato; pero nada sucedió.
Se teletransportaron sin demora hasta el pabellón de muestras, donde los escultores daban los últimos toques a las espectaculares estatuas de hielo que presentarían en el concurso anual.
La gente esperaba ociosa en los bares la apertura de la zona de exposición, donde se adivinaba un gran ajetreo.
Se habían programado varios pases en el ampliado pabellón, colocando gradas para más de 2000 personas. Max se sentó con el niño en las gradas mas bajas, La temperatura era de -4 C para la perfecta conservación de las esculturas. Estas, situadas en plataformas móviles, desfilaban por delante de las gradas. Representaban en su mayoría imágenes de la mitología nórdica; algunas llegaban a medir 9 metros de altura, y estaban esculpidas con exquisita precisión: El dragón Nidliog, Veorfolnir el halcón encaramado sobre El Arbol de la Vida, Thor golpeando el suelo con su martillo,..........
Max observaba indiferente el espectáculo, mientras el niño tenia los ojos muy abiertos, y las pupilas encendidas por la emoción.
Al terminar, los espectadores fueron abandonando las gradas poco a poco. Max y el niño se quedaron sentados. Miró el reloj: Quedaban 6 horas para la media noche, ahora tenía que buscar el lugar donde se realizaría el desfile que él había venido a ver; no debería estar muy lejos, pensó, por la dificultad de trasladar las estatuas. Había visto que las plataformas móviles que las transportaban se habían dirigido al almacén del pabellón, donde normalmente se guardaban. Se dirigieron hacia allí, le sorprendió no ver por allí ningún agente del C.C.M..
El almacén se encontraba cerrado, pero por una ventana se podía ver en su interior: ¡estaba vacío! Extrañado, cogió al niño de la mano y rodearon el almacén. Encontraron un arcaico ascensor, que debería denominarse descensor, ya que descendía hacia las entrañas de la tierra. Pensó que un teletransportador hubiera sido detectado de inmediato por los Cremens (agentes del C.C.M.)
Apretó el botón de llamada; un sonido hidráulico le indicó que la cabina estaba subiendo. Se abrieron las puertas y entraron; el niño, con expresión asustado era incapaz de moverse.
- No pasa nada - le dijo Max agarrándole la mano - parece seguro.
Las puertas se cerraron, y el ascensor bajó. Pasaron 20 minutos hasta que se volvió a parar, en los que la ansiedad de los ocupantes se disparó alarmantemente. Se volvieron a abrir las puertas; se encontraron en un corredor con las paredes y el suelo tapizados de terciopelo rojo, bajo un techo que irradiaba luz amarilla. Al final había una puerta con lector de retina. Se acercaron a la puerta, y Max aproximó uno de sus ojos al lector; la puerta se abrió.
Las estatuas se encontraban allí; el suelo del almacén era un enorme montacargas que había descendido hasta ese lugar. Alrededor de ellas, numerosos corros de personas, bebían, fumaban y charlaban animadamente. Un hombre de color se acercó a Max; chocaron las manos.
- No deberías haberle traído - le dijo señalando al niño.
- No he podido dejarlo en ningún otro sitio, ¿Qué tal, Bart?
- Bien, bien, ¿vas a apostar?
- Creía que el dinero ya no tenía ningún valor.
- En el mercado negro si, ¡deberías salir más!, vanos a tomar algo.
Se acercaron a una de las barras del bar; la débil luz fluorescente que emitía, resaltaba en la penumbra que envolvía el lugar. Max cogió un vaso alargado con un licor morado.
- Yo prefiero un buen Bourbon, -dijo Bart cogiendo un baso bajo - veo que sigues con tus paranoias pseudocientíficas, ¡rélajate, hombre!
- Y yo veo que sigues sin tomarte nada en serio.
- La vida son 4 días.
Bart le dio un refresco al niño; "gracias" dijo éste sonriendo.
- ¿Tu hermano sigue de Cremen?
- No le echaron, algo importante debió pasar, echaron a muchos.
- No he visto ninguno arriba.
- ya no les hace falta, ¡está todo informatizado!, no me extrañaría que nos hubieran implantado un chip en el cerebro. Espera un momento - dijo Bart acercándose a un tipo gordo y sudoroso con abrigo de pieles y gafas oscuras. Los hombres que le acompañaban, altos y rubios, mostraban tatuajes en todas las partes visibles de su piel. Se dieron la mano, e intercambiaron algo. Bart no dejaba de sonreír, contrastando con el semblante grave del hombre gordo.
- Bueno, listo - dijo al volver junto a Max
- Tener relaciones con la mafia rusa no es nada recomendable.
- Son los que controlan el negocio de las apuestas.
- ¿Ellos han montado ésto?
- Está claro que no, Hay muchos intereses ocultos.

La escasa luz que alumbraba el lugar bajó aún más de intensidad, y la música dub dejó de sonar. Lo que se iluminó fueron las estatuas de hielo. Una pantalla circular de energía se activó alrededor de ellas; eran las 24´00 horas. La gente se acercó a la pantalla de energía, todos observaban expectantes las esculturas; los crujidos de hielo anunciaron los primeros movimientos: Thor levantó su martillos sobre su cabeza mientras se incorporaba, pero antes de que lo hiciera, Fenrir se abalanzó sobre él, fustigado por la valkiria que lo montaba. Thor cayó de bruces, pero rodando a una velocidad inverosímil para su tamaño, consiguió evitar la espada de hielo que empuñaba la valkiria. Con la misma velocidad, golpeó la cabeza del lobo con su martillo, rompiéndola en mil pedazos. Mientras, Nidliogg, intentaba evitar un nuevo ataque aéreo de Veorfolnir, que ya le había arrancado una de sus cabeza con las garras. La gente gritaba entusiasmada alrededor de la pantalla de energía, la música dub volvió a sonar, con mayor intensidad; se desató el delirio. Max abrazó al niño, apoyando su rostro en el pecho, y se lo llevó al extremo más alejado del salvaje espectáculo, a esperar que terminara. El resultado del mismo fue un desolador paisaje de trozos de hielo diseminados por todas partes, como si un iceberg hubiera caído del cielo.
Cogió un trozo de hielo y lo metió en una bolsa térmica antes de que se derritiera.
- Vámonos - le dijo al niño - no tenemos nada más que hacer aquí.






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