Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

domingo, 26 de febrero de 2017

Los mundos de Dios (3)

La tierra

Despertó con el cuerpo tenso y la cabeza embotada, pero con una idea clara en la cabeza. se vistió y llamó a  Morbius
- ¿Doctor?
Cuando éste se conectó pudo ver que vestía una bata de lana y presentaba un aspecto ojeroso.
- ¡Vaya!, creo que he sido bastante inoportuno.
- No, no se preocupe, debe de tratarse de algo importante.
- La verdad es que no................lo siento, ni siquiera se que hora es.
- Pues las 4 de la mañana, pero bueno, ya que estamos, dígame de que se trata.
- Tengo que ir a la tierra.
- ¿A la tierra?, sabe que desde el principio, fue el único planeta en el que se restringió el teletransporte, y es casi imposible conseguir un permiso, y menos aún con lo que está sucediendo.
- Lo se, lo se, pero recuerdo que me comentó que estaba trabajando en un motor cuántico, que podría desplazar una nave de un lugar a otro de forma practicamente instantánea.
- No es más que un prototipo.
- ¿Pero funciona?
- En teoría si............
- Pues la necesito para ir a la tierra.
Morbius negó con la cabeza.
- ¿Qué pretende encontrar en la tierra?
- No lo se muy bien, sólo se que tengo que ir y buscar a Dios.
- ¡Es usted un ingenuo!, ¿piensa que si consigue llegar a la tierra le dejarán hablar con él?, desde que se le encontró, el C.C.M. ha controlado de forma férrea todo lo concerniente a él, desde la creación de mundos hasta su naturaleza divina.
- Tengo que intentarlo.
Morbius tamborileó sobre la mesa con los dedos, mirándolos pensativamente.
- De acuerdo, pero le acompañaré, necesita un piloto, además me muero de ganas por saber si funciona mi prototipo.
- ¡Bien!, ¿Cuando partimos?
- Primero deje que me afeite y me de una ducha, ¡la tierra seguirá ahí aunque tardemos unas horas en llegar!
La NeusP10 no parecía una nave espacial, ya que no necesitaba tener forma aerodinámica para desplazarse. Lo único que le diferenciaba de una cabina de teletransporte, era el pequeño motor que utilizaba en caso de tener que realizar un aterrizaje.- Utiliza las leyes de la mecánica cuántica, es la misma tecnología que la del teletransporte; todo está conectado en el universo.
- ¡Pero esa tecnología está prohibida por el C.C.M., es un absoluto secreto!
- Nada ni nadie puede poner puertas a la inteligencia humana.
El interior de la nave era confortble y sencillo; consistía en varios sillones de cuero alrrededor del ordenador cuántico.
- ¿El niño viene con nosotros? - Le preguntó Morbius a Max.
- Si, no tengo con quien derjarlo.
Se sentaron los tres en los sillones de la nave, y Morbius introdujo las coordenadas de la tierra en el ordénador cuántico. Tras un débil zumbido, la nave se materializó entre oscuras nubes de CO2, que impedían el paso de los rayos del sol.
- Hemos llegado - anunció Morbius.
El piloto automático, hizo aterrizar la nave en las inmediaciones de Brusela, donde el C.C.M. tenía su sede.
La nave se abrió por la mitad, levantándose la parte superior a modo de escotilla.
- Será mejor que nos pongamos las mascarillas - dijo Morbius - parece que la atmósfera del planeta ha cambiado en los últimos tiempos, ¡No es el paraíso que nos venden!
Avanzaron entre una niebla oscura y fuertes ráfagas de viento, intentando guiarse por un localizador.
-¡ Maldita sea!, ¡no funciona! - gritó Morbius -¡los satélites no están operativos!, volvamos a la nave.
Ya en la nave, se quitaron las mascarillas, y morbius manipuló el ordenador.
- Las concentraciones de CO2 hacen inviable la vida  en la superficie del planeta.
- ¿Quiere decir que no hay nadie aquí?, ¿Y el C.C.M.?, ¿Y Dios?
- El planeta parece abandonado, y lleva así mucho tiempo.
- ¿Y el teletransporte?, ¿y los comunicados del C.C.M. ?
- Deben tratarse de procesos automatizados, he localizado una potente emisión de ondas cuántica que procederán seguramente de la central de teletransportación. Iremos allí.
La nave se elevó sobre la ciudad abandonada utilizando los propulsores, y recorrió 14 kilómetros hasta el lugar de donde procedían las emisiones.
Se trataba de un edificio octogonal con una gran azotea en la que descendieron. Las fuertes ráfagas de viento, complicaron el aterrizaje. Allí encontraron una puerta metálica, que forzaron con el láser. Descendieron una angostas escaleras con evidentes signos de abandono, alumbrados por una linterna. Tras recorrer varios pasillo, se encontraron con otra puerta metálica, también cerrada. Al forzarla, saltó una estridente alarma, entre cegadoras luces rojas intermitentes; 2 planchas de acero bajaron del techo cortándoles el paso.
- Creo que nos han atrapado - dijo Morbius.
El niño agarró con fuerza la mano de Max.
- Tranquilo.
Morbius se acercó a la plancha de metal.
- Es un sistema un tanto anticuado - señaló.
- Pero efectivo, y al menos implica la presencia de signos de vida.
- O de un sistema automatizado.
De pronto una de las planchas se levantó: En frente se encontraron con un hombre bajo de barba lacia y origen oriental. Era mayor, y su aspecto severo. Les apuntaba con un lanzallamas.
- ¿Quienes sois?, ¿qué hacéis aquí?
- Venimos en una nave, queremos hablar con el C.C.M.
- la expresión seria del hombre se convirtió en una sonrisa, que culminó en una estruendosa carcajada. Cuando se calmó, se secó las lágrimas de los ojos y bajó el cañón del lanzallamas.
- ¡El C.C.M.!, ¡no queda ni rastro de esos bastardos!, ¡venir, venir!
Les llevó por intrincados pasillos hasta un ascensor en el que bajaron varios pisos. Al abrirse de nuevo las puertas, a Max le pareció que se habían teletransportado lejos de allí: Se encontraban en una extravagante mansión de lujo decorada con jarrones de la dinastía Chi, cuadros abstractos, armaduras medievales, muebles barrocos del estilo Luis XV, y hasta un tigre de bengala disecado.
- Este es mi hogar - les dijo el hombre con aire satisfecho - un compendio de todas las culturas de la tierra. ¡No es magnífico!
- ¡Extraordinario! - exclamó Morbius asombrado.
Pasaron por el extravagante museo admirando las extrañas piezas que contenía. El niño se acercó a un sarcófago abierto que contenía una momia; Max hacía sonar una cítara india.
- ¿Como ha conseguido todo esto?
- En un planeta abandonado, y con la tecnología del teletransporte, fue muy sencillo; pero no son más que baratijas, la verdadera riqueza está aquí - se señaló la sien.


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