Donde habitan "los migalas"

Donde habitan "los migalas" (De cuentos y arañas)

viernes, 19 de febrero de 2016

La ciudad de los gatos (2)

Rosa entró en el aula de ciencias del colegio, sabía que a esa hora no había nadie allí. Se acercó a la jaula de Lili, el hamster; éste, limitado por las rejas de su jaula, descargaba su energía en la rueda giratoria. El roedor, en cuanto le vio, se acercó moviendo el hocico.
- ¡Hola Lili, haciendo ejercicio eh!
La niña abrió la jaula y cogió al hamster. Lili, recorría la mano de Rosa olisqueándola; Rosa le observaba con fascinación y cariño. De pronto, un ruido le sobresaltó, y el hamter cayó al suelo.
- ¿Qué haces? - era Raúl, un compañero de clase. Al ver la jaula abierta y a Rosa nerviosa buscando algo en el suelo, comprendió lo sucedido.
- ¿Jugando con la rata?
- ¡No es una rata!
- ¡Ahí está! - Raúl levantó el pie para pisar a Lili, entonces Rosa se le abalanzó encima, haciéndole caer al suelo, y le arañó la cara. El niño, con las manos en el rostro, salió corriendo y gritando.

- ¿Cómo se te ocurre hacer algo así - le recriminaba Elvira a Rosa mientras se dirigían a casa.
- ¡Quería matarlo!
- ¡Es sólo un animal!, ¿Por eso querías desfigurarlo para toda la vida?
La niña bajó la cabeza a punto de llorar.
- Venga, tranquila princesa - le dijo Elvira ofreciéndole la mano. La niña le dio la suya, mientras en la otra sentía el calor de la ansiosa criaturilla que mantenía suavemente apretada dentro del bolsillo de su cazadora.

Ocurrió de repente, el derrame afectó a gran parte del cerebro, y la muerte se produjo al instante. Elvira no se podía creer que aquella mujer que, aunque desapercibida por ella, formaba parte esencial en su vida hubiera desaparecido para siempre. Su madre siempre había estado allí, en todo momento, pese a su hosquedad y a su deficiencia emocional. Era el único vínculo que le mantenía unida al árbol de la vida, ahora sólo quedaba ella, ella y su hija.
Su pequeño mundo se desmoronó, como si hubiera caído una de las paredes maestras que lo sostenía. ¿Quien iba a cuidar ahora de su hija mientras trabajaba? Tendría que dejar de trabajar por las tardes, y entonces no le llegaría para pagar el piso. El dolor de la pérdida quedó sepultado, junto a otras antiguas decepciones, por la siempre urgente realidad.

Las piezas siempre acaban encajando, aunque el cuadro resultante, la mayoría de las veces imperceptible, nos pueda parecer extraño. Elvira esperaba el autobús, le dolía la espalda y estaba cansada, como de costumbre. Entonces se fijó en los trocitos de papel que  a modo de sierra colgaban de un anuncio pegado en la marquesina. Se acercó y lo leyó : "Se precisa de persona responsable para guardar finca durante los meses de invierno". Se quedó pensativa, arrancó el anuncio, y se lo metió en el bolsillo.

Rosa cogió la caja de zapatos que guardaba bajo la cama, la puso en sus rodillas, y la abrió.
- ¡Hola Lili!,  te traigo pipas.
La niña echó unas pocas pipas de la bolsa su mano, y ls puso en la caja, junto al algodón donde dormía el hamster.
- Ya se que te gustan mucho, a mi también. Ah!, y te traigo lechuga. A mi no me gusta nada, pero he leído en internet que a ti si, y te va bien. Toma.
Entonces escuchó la voz de su madre llamándole para cenar.
- ¡Luego nos vemos! - dijo cerrando la caja apresuradamente y deslizándola bajo la cama.
Elvira puso la caja abierta de la pizza carbonara en el centro de la mesa, y sacó 2 latas de coca cola del frigorífico.
- ¡Qué bueno! -  dijo Rosa al ver la cena.
- Tenemos algo que celebrar, ¡Nos vamos a vivir a otro sitio!
- ¿A donde?
- A una finca en las afueras.
- ¿Y el colegio?
- Nos queda cerca, mira; trabajaré allí, cuidándola, y podremos estar juntas todo el tiempo. ¿Qué te parece?
La niña se quedó pensativa.
- A mi me gusta esta casa.
- Y a mi, pero desde que murió la abuela, no tengo a nadie con quien dejarte cunado no estás en el colegio, y viviendo en la finca, trabajaré en ella, y podré estar contigo.
- Bueno,......si es así.
Elvira le abrazó.
- ¡Verás como todo sale bien, mi princesa!

No hay comentarios:

Publicar un comentario